𝘕𝘢𝘳𝘳𝘢 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘵𝘻𝘢.—¿en serio me decís?.— Ambar estaba en la esquina de mi cama sin poder creer que yo hubiera invitado a Cenfe a mi casa.
—Si.— me enderece en la cama.— es en forma de disculpa.— ella se rio y yo alce una ceja.
—Ni vos te la crees a esa Mari.— se tiro en mi cama.— encima sos re pilla ee, lo invitas cuando tenes casa sola.—
—No seas tonta.— me reí sin poder hacerme la seria.
—Yo sabia que te re cabia el Cenfe.— la mire.— siempre lo note pero nunca te dije nada porque queria que te dieras cuenta solita.—
—Tengo miedo Ambi.— dije mirando mis manos.— mira si me enamoro de él y el no me quiere? o si me termino involucrando en las cosas que el hace y me termino perdiendo... mira si termino como mi hermano.—
—No digas eso boba.— ella se sentó como indiesito enfrente mío.— nada, ni nadie puede cambiar tus metas Maritza, vos sos fuerte, sabes lo que queres en tu vida y lo que no, ademas, Cenfe nunca te metería en esas cosas, el es un pibe re piolita.— asentí de acuerdo.— aparte, el te quiere, se re preocupa por vos.— seguía sin estar tan segura.— deja que las cosas pasen como tienen que pasar, eso si, no olvides lo que queres y lo que no.—
—Gracias Ambi.— la abrace y así nos quedamos abrazadas un rato.
(...)
—Pasa.— me hice a un lado para que el pasara.
—Que frió.— dijo frotándose las manos y sentándose en una de las sillas.—¿Y tus viejos?.—
—Están en la capital, arreglando unas cosas del caso de mi hermano.— dije y el asintió. Se quedo mirando un punto fijo en la mesa y yo aproveche a mirarlo bien. Tenia un buzo color blanco y una campera negra arriba, unos pantalones negros con puntos blancos y una zapatillas blancas.
—¿Las hiciste vos?.— dijo señalando las tortas fritas arriba de la mesa.
—Si.— sonreí con vergüenza. Se me habían quemado algunas pero obviamente esas no las puse en la mesa para que el no las viera.
—Se ven ricas.— me sonrio y yo senti algo en el pecho al verlo asi.
—Gracias.— me senté y deje la pava en la mesa.
—¿Como te va en el estudio?.— dijo mientras masticaba. Generalmente eso es algo que odio que hagan al mismo tiempo pero en esta ocasión me causo risa no asco o enojo.— perdon.— dijo y se rio conmigo.
—Voy bien.— le pase el mate.— este es mi ultimo año.—
—Me dijiste que ibas a estudiar psicología, no?.— asentí.
Esa sensación que te da cuando alguien se acuerda de algo que le dijiste, es hermoso.
—Si, estoy viendo si estudio acá o me voy a la capital.— el me miro.
—Acá es media jodida la Uni, no?.—
—Si. Va, la zona y no se, prefiero irme a la capital al menos allá no corro tanto peligro.—
Hablamos alrededor de 2 horas y ni siquiera nos dimos cuenta. Cenfe era súper inteligente y amable, tenia pensamientos que nunca creí que tuviera.
En un momento nos quedamos callados pero no era un silencio incomodo. La cosa se puso incomoda, al menos para mi, cuando vi que se me había quedado mirando y yo no podia sostenerle la mirada.
—Sos hermosa Maritza.— se lamió los labios y miro los míos.
Yo no supe que decir, me dejo sin palabras.
Se hizo para atrás en la silla y me hizo una señal.
—¿Que?.— dije sin entender.
—Veni.— señalo su regazo y yo abri los ojos con sorpresa.— Veni Maritza, no te voy a hacer nada.— me levante y me acerque a el. Cenfe sonrió y me agarro de la cintura para dejarme sentada de costado en su regazo.
Nos quedamos mirando, el miraba mis ojos y bajaba a mis labios.
Agarro mi cara y me acerco a el. Cuando sus labios hicieron contacto con los míos sentí las famosas "cosquillas" en mi estómago. Sus labios se movían con tanta delicadeza que sentía que me iba a derretir bajo su tacto.
Nos separamos y yo no pude ocultar la sonrisa.
—Es la primera vez que te veo sonreír tanto.— solto una sonrisita.
—Lo mismo digo.— volvio a dar un beso en mis labios.
