Chaos [C.R.O]

t r e c e

𝘕𝘢𝘳𝘳𝘢 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘵𝘻𝘢.

—¿Y como vas a hacer?.— Ambi me pregunto. Ibamos volviendo del colegio a mi casa. Hoy Ambi se iba a quedar a dormir en mi casa porque mañana a la mañana hay un acto importante en el colegio y para que ella no llegue tarde se queda en mi casa.

—Vamos, querida, vamos.— me rei.— no se, no quiero ni pensarlo todavía.—

—Igual no es para tanto Davila.— se burlo de mi.— es el uniforme, nada mas.—

—Es que no me gusta, aparte en la mañana hace mucho frió y no hay colectivo y no da andar en pollera en bici.—

—No lo había pensado.— le hice una cara.

Ambar y yo somos las abanderadas del colegio entonces nos pudieron que lleváramos el uniforme del colegio, solo en ocasiones importantes pedían que lo usáramos, ya que para el clima que había no era muy adecuado usarlo.

—Ya vamos a ver que hacemos.— Ambi asintió.

—Odio esta parte, se me pone la piel de gallina.— Dijo cuando llegamos al puente.

—A mi también.— dije y agarre la bici con fuerza, en lo ultimo del puente estaban algunos vagos y me daba miedo.

Siempre parece que sabemos caminar hasta que tenes que caminar entre varios hombres, ahi se te complica hasta respirar.

—Ambar mi amor.— dijo uno y ella solo rodó los ojos. Los silbidos y piropos pelotudos no faltaban.

—Sino fuera porque les tengo miedo los cagaria a piedrazos.— Dijo Ambar. Era un sentimiento compartido.

Cuando llegamos a la esquina donde siempre esta Cenfe me desilusione un poco al no verlo ahi.

—Que raro que no este nadie acá.— Ambar dijo.

—Lo mismo pensé.— metimos las bici a mi patio y me lleve una gran sorpresa al ver a mis tíos y a mi hermano mayor ahi.—Holaa.— sonreí feliz.

—Hola hermosa.— Tati, mi hermano mayor me abrazo.—¿Como están?, ¿con frió?.— pregunto al vernos tan abrigadas.

—Si, muertas de frió.— Ambar respondió mientras saludaba a mis tíos.

Entramos a la casa y vi a mi mamá cocinando.

—¿Te ayudo?.— dije enojada.—¿Por que nadie ayuda a mamá?.— medio grite.

—No pasa nada, ya estoy terminando.— dijo y yo negué.

—No sos empleada de nadie, acá ayudan todos.— dije y empece a llamar a todos para que ayuden a poner la mesa.

—¿A donde pongo esto?.— mire a Tati quien tenia una bolsa de pan en la mano.

—En el mueble.— dije obvia. Tati vivía en la capital venia cada un mes a vernos.

—Ya esta.— Ambi dejo el ultimo tenedor en la mesa y me sonrío.

(...)

—Me sigue pareciendo raro que no ande Cenfe con los chicos por acá.— patee una piedrita que estaba en el piso.

—Ay ella, extraña a su amorcito.— me reí y negué.

—No es eso, es que me parece raro.—

—Fuera de joda yo estaba pensando lo mismo.—

—¿No hablaste mas con Chulu?.— abri la puerta del kiosco.

—Si, ayer me dijo que me quería ver pero yo le dije que no quería saber nada con el.— miro las galletitas saladas.— lo quiero pero el no, así que no me voy a meter en esos lados oscuros al pedo.— asentí, tenía razón.

—¿Algo mas?.— pregunto el señor.

—No nada mas.— le respondí.

—¿Se enteraron lo que paso anoche?.— Dijo mientras metía las cosas en bolsas.

—¿Que paso?.— pregunto Ambar.

—Hubo kilombo en la calle Sarmiento, parece que apuñalaron a uno y la policía se llevo a tres.— con Ambi nos miramos de reojo.

—Uuh.— fue lo único que dije.

Cuando salimos lo primero que hicimos ambas al mismo tiempo es mirarnos con los ojos abiertos.

—¿Y si le paso algo?.— dije agarrando bien la bolsa.

—¿No tenes el numero de Cenfe?.— asentí.— y llámalo.— busque mi celular en mi bolsillo y busque su numero, lo marque pero no atendía.

—Parece que esta apagado el celular.—

—Bueno pero seguro están bien si están re acostumbrados a estas cosas.— asentí media dudosa.

Llegamos a casa y dejamos todas las cosas arriba de la mesa.

—¿Vamos a mimir?.— Ambar hablo como una nena chica. Ya eran las 11 y mañana tenemos que despertarnos como a las 4:30 para prepararnos bien y a las 6 ya estar listas.

—Vamos a mimir.— imite su voz y fuimos a mi habitación.

—Buenas noches Mari.— me abrazo y cerro los ojos.

—Buenas noches Ambi.— cerré los ojos e intente dormir pero me era casi imposible, me preguntaba si Cenfe estaba bien.

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Después de mil años pude recuperar mi cuenta.