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Un día bastante peculiar y tranquilo a la vez, la pareja de casados finalmente estaba en un mismo espacio, sala, sin alguien alrededor que los estuviera obligando o empujando, el sonido de la lluvia estaba presente y era bastante sonoro, Charlie se disponía a estar frente a la chimenea calentándose.
Ten- El venado extendió una taza de chocolate a la rubia, la cual estaba sentada sobre una alfombra.
Charlie: Gracias
Sin más Charlie agradeció tal gesto y tomó aquella taza entre sus dos manos, Alastor se sentó junto a ella disfrutando el aroma de el chocolate para después darle un sorbo a este con una expresión normal, a diferencia de Charlie quién inmediatamente se quejó y apartó aquella taza de sus labios, muy caliente para ella.
Alastor: Oh, lo siento cariño, debí avisarte antes de que tuvieras cuidado.
Charlie: No, no te preocupes... todo está bien.
Charlie movió su mano de forma desinteresada y volvió a agarrar aquella taza en sus manos, esta vez sopló un poco antes de dar un sorbo dándole un trago a su bebida y una sensación placentera de calor llegó a su cuerpo, dando un largo suspiro de satisfacción.
Alastor: Hoy hace un buen clima, ¿no crees?
El venado tan sólo recibió un movimiento afirmativo de cabeza y sonrió con burla, su pequeña Charlie era tan de pocas palabras.
Alastor: ¿Sabes? Acá hay muchos libros y veo que no agarras ninguno, aunque se nota que te gusta leer.
La pelirrubia le miró con sorpresa sin despegar la mirada de el contrario quién se había levantado de el piso, caminó hasta la estantería de libros y agarraba algunos hojeándolos y observando detalladamente el nombre en las portadas, lo que ella no sabía es que Alastor ya se había leído cada libro que estaba ahí, le gustaba hacerlo.
El venado regresó con un libro de color rojo en sus manos y se sentó junto a su esposa que no paraba de verlo con curiosidad, lo abrió y comenzó a leerlo en voz alta, Charlie le miraba confusa pero sonreía, le recordó a cuando él hacía eso pero cuando esta no salía de su habitación.
Ambos compartieron bastantes miradas dulces, risas y hablaron mucho aquella fría noche.
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Había una chimenea y un chocolate caliente, además de estar usando suéteres, pero ambos sabían que ese sentimiento cálido y agradable que estaba en su interior no era por esas cosas materiales.
