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¡Alysse!- Gritó la madre de la mencionada entre lágrimas no tardando en acunar a la pequeña en sus brazos, dándole un gran y sobreprotector abrazo, detrás de Charlie se encontraba un muy molesto Alastor, quién apretaba su ensangrentado puño con fuerza viendo aquel hombre quién había secuestrado a Alysse arder en llamas entre gritos de sufrimiento, el venado poseía una sádica sonrisa en el rostro, Charlie impedía que la pequeña viera aquella escena con tan inocentes ojos.
La pequeña se encontraba desesperada, aferrándose ahora a los brazos de sus progenitores mientras lloraba sin parar, a Alastor nunca le gustó el contacto físico pero con su familia era otra cosa muy distinta, era muy complicado cuidar un hijo siendo de la realeza, entre tanta maldad.
Charlie: Vamos a casa...
Pidió, pues estando en medio de la calle claramente llamaban la atención, y aunque se suponía que generaban respeto, no podía confiar en los que se encontraban a su alrededor, su niña ya tuvo suficiente, Charlie la mantuvo en sus brazos sintiendo como la niña se escondía en su pecho, no paraba de mirar de reojo las cenizas en el piso, así había acabado aquel demonio que intentó hacerle daño a su pequeña, y le alegraba saber que no volvería a intentarlo.
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Su hija era mucho más importante que cualquier trabajo, y aunque tanto Alastor como ella tuvieran numerosas actividades al día por sus labores como reyes, tendrían que dedicarle mucho más tiempo a su hija, no cometerían el mismo error otra vez.
- Por fin se durmió, tuvo un día bastante cansado... - Musitó la rubia, depositando un beso en la frente de su pequeña hija
Alastor: Sé que no somos los mejores padres, pero iremos aprendiendo, Alysse será la niña más feliz del mundo.
El pelirrojo terminó por quitarse los zapatos y recostarse en la cama, junto a su esposa, la pequeña niña estaba en medio de ambos, siendo protegida entre los brazos de sus progenitores. la protagonista suspiró, la pareja había tenido que pasar por tanto para poder vivir "tranquilamente" a como estaban viviendo ahora, pero era algo que les daba felicidad, Charlie podía mirarlo a los ojos y decirle te amo sin sentir miedo.
Alastor: Descansa, querida
Charlie: Descansa, Alastor
Y con un último beso en los labios ambos finalmente se quedaron dormidos, todos tres con una sonrisa en el rostro.
