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¡Mamá! ¡Mamá! ¡Despierta!- Decía una niña pelirrubia con mechones rojos, su nariz tenía una mancha negra, tenía unas pequeñas orejas sobresalientes en su cabeza y sus mejillas eran rosaditas en su blanquecina piel.
La infante saltaba en la cama matrimonial intentando despertar a su madre, tenía una amplía sonrisa en el rostro mostrando sus dientes que poco a poco crecían.
Nuestra protagonista se despertó con bastante pesadez y su cara al despertar fue una de horror al ver que aquella niña tenía las características de ella y su esposo.
Charlie: ¿Q-quién eres?-Musitó.
???: Que buena broma, mami.
La menor reía pero comenzó a asustarse cuando su madre la veía como si no la conociera, comenzando a llorar, sus orejas se agacharon.
Alastor: ¿Qué sucede? Las estoy esperando para el desayuno...
El venado se alarmó al ver a la pequeña niña llorar y Charlie con una expresión de confusión y miedo, rápidamente se acercó a su hija y la cargó en brazos acariciando su cabeza y comenzando a acunarla, provocando que la pequeña comenzara a calmarse lentamente.
Alastor: ¿Cariño, estás bien...?-Le preguntó con desconfianza a la rubia.
La rubia no respondía, estaba cerrando los ojos con fuerza, pellizcándose algunas veces.
???: Papi... Mamá está rara... Dice que no me conoce...
El de cabellos rojizos se comenzó a hacerse una idea de lo que estaba pasando pero seguía sonriendo.
Alastor: No te preocupes Alysse, tu mamá está cansada, hablaré con ella, tú espera en la cocina como buena niña, ¿Si?
La pequeña niña asintió y sonrió saliendo de la habitación dando saltitos. Alastor se sentó junto a la pelirrubia la cuál le miraba con desconfianza.
Alastor: Charlie... Despierta.
Despierta... Despierta.... ¡Charlie!
Charlie se despertó sobresaltada mirando a todos lados asustada, a su lado estaba su pareja quién le había estado poniendo trapos húmedos en la cabeza porque le había dado fiebre.
