Ojos bellos.

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《ROBERT》

Las cálidas luces matutinas me despiertan, todo a mi alrededor parece más pesado que de costumbre, aunque sé la razón trato no hacerle frente. La noche anterior había sido una locura, todo el estrés que había sentido en la semana lo había olvidado con innumerables copas de alcohol y fogosos acercamientos con cinco o seis mujeres de las cuales nunca pregunté el nombre. La cabeza me daba vueltas y me recordaban que este día sería largo y que sufriría las consecuencias de todo el desvarío incontrolable de anoche.

Me levanté aletargado y sin ganas siquiera de dar un paso, no sabía cómo afrontaría a Jon el día de hoy. Me había advertido que la reunión que habíamos pactado para esta fecha sería mas que importante y fallarle no estaba en mis planes, no después de todo lo que había hecho por mi. Traerme de nuevo a la vida profesionalmente era su meta y alejarme de la vida llena de excesos y derroche algo que juraría cumpliría por mi bien. Pero aquí estoy, intentando mover un músculo siquiera, el simple esfuerzo hacia que la cabeza me oprimiera de tal manera que podía escuchar mis propios quejidos ahogados de dolor. ¡No! ¡Tengo que levantarme! ¡Vamos Robert! ¡Deja de comportarte como un irresponsable! Me decía tratando de darme aliento a mismo.

Tomé todo el valor y la energía que tenía para levantarme y dar un paso hacia el baño, al llegar y ver el rostro frente a mí pude observar que la resaca ya estaba haciendo su trabajo, estaba pálido y con los labios resecos, las ojeras estaban más que instaladas debajo de mis débiles y enrojecidos ojos; no podía siquiera suspirar ya que el sabor de todos esos tragos exóticos y con nombres extraños se hacían presente en mi garganta, me sentía devastado y miserable, no quería seguir viendo aquella horrible imagen de alguien que nunca aprendía su lección y decidí tomar una ducha bien helada. Como si fuera que así lograras sacarte la vergüenza de ser un perdedor me decía aquella voz insoportable a la cual llamamos consciencia.

Cuando pude calmar un poco mi deprorable estado y dar una mirada una última vez al espejo para verificar si podía salir aunque sea moderadamente decente al exterior y enfrentar nuevamente al mundo real, escucho un quejido proveniente de mi alcoba. No podía creerlo ¿De verdad traje a alguien a mi casa? ¿Cómo no me di cuenta? ¿Quién carajos era?
Traté de recordar todo de la noche anterior pero me fue imposible, todo estaba nublado, había demasiada gente a mi alrededor, las cuales eran en su mayoría mujeres dispuestas a todo por una noche de placer con alguien que estaba más que instalado por familia y por nombre propio en la industria cinematográfica. La cabeza nuevamente me daba pequeñas advertencias de que aún no estaba en condiciones para realizar el más sencillo acto, que era pensar siquiera. Me sentí inútil, odio esta parte del alcohol. Amo beber y todo lo que te permite sin inhibiciones pero aún no logro controlar las consecuencias de la misma, me siento como un tonto universitario.

Lentamente me dirijo a la habitación de donde había salido hace un instante, tal vez si observaba su rostro recordaría como llegó a mi lecho y por sobre todo, como fue que la traje hasta aquí, sabiendo que mi regla principal es no traer mis locuras a esta casa. Es un pacto entre mi ex pareja y yo, Susan, me debo recordar que ella fue lo más importante en mi vida hasta ahora, la única mujer que pudo cambiar una gran parte de mi ser y la cual le debo mi futuro, ya que todo lo que vendrá en mi vida laboral se lo debo a ella.

Vivimos 5 años en esta casa, compartimos muchas cosas, buenas y malas, y deshonrar la memoria de nuestra relación aunque esta resultara fallida sería poco respetable de mi parte. Y por esto, me resulta increíble ver a una mujer que no es ella cómodamente acostada en la cama donde alguna vez fui feliz con Susan.

Cuando llegué a su lado no pude divisar su rostro, su cabellera castaña le cubría por completo y apenas pude ver delicadas facciones que me indicaban que aún era muy joven, típico del gran Robert, una chica joven sucumbiendo ante ti ¿otra sorpresa?
De repente la recordé, su nombre era Kat. Claro, la había traído hasta aquí porque había bebido demasiado. ¿Y tu a caso no? Sacudi dolorosamente la cabeza mientras alejaba aquella desdeñosa y autoritaria voz de mi mente.

I love you 3000Donde viven las historias. Descúbrelo ahora