PERFECTA PARA MI

1. MÁSCARA

 
  Bien. Esta era su única oportunidad. Estaba decidida, iba a hacer lo que sea con tal de enamorar a su esposo. Ya había intentado atraer su atención muchas veces, pero siempre obtenía lo mismo; el rechazo y frialdad por parte de él. Sabía que había hecho muchas cosas mal. Pero finalmente Jack había logrado su objetivo. Tendría que ser ella la que lo detestara no él. Pero al contrario era el peliblanco quien se mostraba tan sin sentimientos con ella. Él siempre mostrándose tan fuerte y arrogante. Mucho menos comprendía por qué se comportaba de esa manera, si había sido él quien en un principio le había sugerido a su padre casarse con ella. Ella al principio se opuso rotundamente, no quería estar encerrada en una casa aparentando ser la esposa perfecta. Siempre había querido ser libre, viajar, conocer personas, lugares. Y sin embargo, su mayor miedo le había alcanzado. Aún era muy joven cuando la obligaron a casarse, no comprendía cómo estando en una sociedad moderna aún existían los matrimonios arreglados. Más tarde asimiló que la sociedad no era como aparentaba. Y, a pesar de todo, ahí estaba, todo su matrimonio era una falsa. Ante la sociedad eran el matrimonio perfecto, pero sólo ellos sabían la falta de amor y sentimientos que existía entre ellos; la frialdad y distancia que cada uno había puesto como barrera.

Elsa ya estaba cansada del desprecio de su marido, siempre controlándola en todo lo que hacía. Nunca le había dado su lugar, era su esposa solo de nombre, pero nunca lo había sido de verdad. Estaba harta, ya no quería seguir viviendo así. Pero se jugaría sus últimas cartas. Sinceramente no sabía porque estaba haciendo todo eso, muchos la llamarían loca por aferrarse a algo que posiblemente no existiera pero quería darse una última oportunidad. No obstante, algo era seguro. Si no lo lograba, todo terminaba ahí.

Sin darse cuenta una lágrima cayó por su mejilla, haciendo que su bonita y pálida piel brillara en su recorrido. No se molestó en limpiarla, esa sería la última que saldría de sus ojos. Ya había sufrido demasiado, ya no estaba dispuesta a seguir soportándolo.

Se miró fijamente en el espejo. Ya estaba lista. Había maquillado más de lo normal su rostro. Sus labios resaltaban con un intenso color escarlata. Sus preciosos ojos azules eran cubiertos por sus largas pestañas y unas sombras oscuras que hacían que el azul de sus ojos fuera más oscuro e intenso. Y una espesa cabellera negra adornaba su rostro, haciendo lucir su piel más radiante. Descendió su vista por todo su cuerpo, observando detalladamente como su vestido negro se ajustaba perfecto a su figura. Tenía un escote bastante pronunciado, que dejaba a la vista una buena porción de sus generosos senos. Siguió bajando hasta toparse con su estrecha cintura que se unían a sus anchas caderas.

Era muy bella. Muchos se lo habían dicho y adulado. Pero el único que parecía no haberlo notarlo era su arrogante y cretino esposo.

Miro por última vez su reflejo. Si no lo lograba esta vez, se daría por vencida. Esta noche estaba dispuesta a seducirlo y a pesar de que sabía que era una locura, no pensaba desistir. Ya tenía todo planteado. Había contado con poco tiempo para arreglarse, pero estaba conforme con su aspecto. Y a pesar de que sabía que era una idea descabellada, era lo único con lo que contaba.

Jack en estos momentos se encontraba en una fiesta de beneficencia, ella le había mentido diciendo que se sentía mal. Él se había opuesto a ir solo, pero gracias a su insistencia y con la excusa de que su querida tía se había tomado la molestia de invitarlos personalmente, sería una falta de respeto que no asistieran. Así que a Jack no le quedó más remedio que ir solo. Lógicamente todo formaba parte de un plan. Había dejado que él se fuera minutos antes que ella, para así, tener tiempo suficiente para arreglarse.

Tomó un abrigo que estaba tendido sobre su cama y un pequeño bolso donde llevaba el único artefacto que la ocultaría.

Sin pensarlo más, salió de su habitación y se dirigió a las escaleras de esa enorme casa, si podía llamarle así, porque realmente parecía más una mansión que una casa. Jack la había comprado tiempo después de que se casaran.