6. SORPRESAS

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    Ya había pasado un mes y la rubia seguía recibiendo cartas de amor. Tenía la noción de quién podía tratarse. Pero no estaba segura y la verdad esa respuesta la asustaba. En esas semanas la persona no había hecho ningún movimiento. Solo todos los días enviaba una bella carta, recitando cada palabra del amor hacia ella. Ahora la mandaba con chocolates o en ocasiones solo una rosa o solo un ramo de flores. Y Elsa lo agradeció, pues no sabría dónde poner tantos arreglos para que Jack no los descubriera.

En cuanto a la relación con el peliblanco había mejorado considerablemente. Jack se comportaba más cariñoso. Y más atento. Ya ni recordaba la última vez que habían tenido una discusión o que ella deseara alejarse de él. Creyó que por fin se habían convertido en un matrimonio. Y desde luego ella había desechado todas esa ideas de pedirle el divorcio. Se encontraba más que feliz.

Todo parecía estar bien y era como si todos sus deseos comenzarán a cumplirse. Incluso en ese mes había comenzado a darle forma a un proyecto que había planeado hace tiempo. Había estado trabajando en todo lo necesario para abrir la editorial que tanto deseaba. Le había contado sus planes a su papá quien la apoyaba incondicionalmente, Elsa se había contactado con ciertos amigos y ex compañeros de la universidad y juntos habían estado trabajando en el plan de la empresa. Aún tenía muchas cosas que hacer, cómo obtener el financiamiento, la forma jurídica, trámites legales, a los profesionales con los que contaría la editorial, etc. Sabía que tomaría su tiempo pero el hecho de comenzar algo por ella misma, la llenaba de alegría y satisfacción.

Más sin embargo tampoco abandonaba su pasatiempo favorito que era escribir. Al igual que ella, ahora deseaba cumplir los sueños de muchos al montar ese negocio que tanto soñaba.

La rubia terminó de escribir en su laptop y luego leyó los últimos párrafos de lo que había escrito. Un suspiro salió de su boca, era tan romántico que deseaba tener un amor así. Sonrió al recordar a Jack. Esa mañana había ordenado que les llevarán el desayuno hasta la cama y juntos se la habían pasado platicando y riendo. Ahora pensaba que tal vez era lo que necesitaban, hablar entre ellos, conocerse. Y tal vez con el tiempo su matrimonio estaría lleno de amor. Aunque aún era pronto para confirmar eso. Pero ahora, ella lo anhelaba.

Guardó el documento y cerró su laptop, después quitó sus lentes y talló un poco los ojos.

Sin pensarlo su vista se dirigió a la ventana con vista al patio y se sorprendió de encontrar a Jack ahí.

De inmediato se levantó de su asiento con dirección hacia donde se encontraba el peliblanco. Se sorprendió de ver a su esposo vestido totalmente diferente a sus habituales trajes. Y más se sorprendió de verse rodeada de flores y a su esposo cavando la tierra.

—Jack, ¿qué es todo esto?

Él detuvo su tarea para mirarla, con una extraña pero maravillosa sonrisa en su rostro.

—Últimamente he visto muchas rosas en la casa —la rubia palideció al pensar lo que iba a decirle—. Se que te gustan, entonces pensé que en vez de que las sigas comprando, podría arreglar el jardín para ti. Así podrías admirarlas siempre que quieras, ¿qué dices? ¿Te gusta la idea?

La platinada quedó sorprendida por sus recientes palabras.

—Si, me encanta.

—Me alegra escuchar eso, ven—se acercó a tomar su mano y la llevó del otro lado, estaba muy animado—. Además no solo compre rosales, también compre tulipanes, dahlias, amapolas, gerberas, margaritas, buganvillas, geranios. Si no te gustan estas podemos ir y tú escoges otras. ¿Qué dices?

—Que estoy sin palabras —estaba sorprendida. ¿En verdad hizo eso por ella? —No es necesario, me gustan estas.

Jack estaba atento a su respuesta. Le fascinó escuchar eso. Haría lo que fuera para mantener esa sonrisa en el rostro de su esposa. A pesar de que la jardinería no era lo que más le gustaba. Lo haría por, Elsa. Así tuviera que hacer lo que había odiado por mucho tiempo.

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