PERFECTA PARA MI

8. ¿QUIÉN ERES?

Hermosa, tal vez no soy digno de tu amor o quizás no sea el hombre que siempre soñaste. Pero te puedo jurar que nadie podrá amarte como lo hago yo, no me interesa hacerlo de esta manera tan intensa. No sabes cuánta es mi necesidad de verte cada día, me muero por abrazarte. Sentir como se impregna mi piel con tu aroma. Muero por sentir mis labios recorriendo tu piel. El tenerte a mi lado es mi necesidad. Mi amor eres tu, me siento atado a tu ser. Siempre seras tu y deseo en el alma ser siempre yo, solo nosotros dos para toda la eternidad. Disfruto tanto el amarte y lo haré por siempre.

ATTE
M.C

Guardó la tarjeta en un cofre de madera, donde tenía sus demás notas de amor. Sonrió con dulzura. Su admirador nunca lograba decepcionarla, esos detalles, sus bellas palabras, la hacían sentir amada y sobre todo deseada. Pero de igual manera, se sentía tan culpable. Temía saber de quién se trataba o más bien temía el aceptar de quién se trataba, porque en el fondo ya lo sabía. Su mente era una tormenta de sentimientos y dudas.

Colocó el cobre en lo alto de su librero y respiró profundamente. ¿Hasta cuando seguirá así? ¿Cuando tendría el valor de enfrentar lo que sentía? Porque esa carta solo resaltaba el deseo de ese hombre hacia ella. Tenía que tomar una decisión.
En esos momentos sonó su teléfono, borrando sus pensamientos. Una salvación para su inseguro corazón. Tomo el dispositivo viendo el nombre de la persona en la pantalla.

—Hola, Tad. ¿Cómo están?

—Buenos días, Elsa. Muy bien. ¿Y tú?

—Igual.

—Solo te llamaba para avisarte que ya tenemos los permisos, más tarde te los enviará Honey a tu correo para que los revises. Por cierto, ¿qué harás hoy?

—Gracias, Tad. Te aviso en cuanto me lleguen. Y hoy tengo una cita con un agente inmobiliario para checar las oficinas. Le comente a Honey.

—Cierto, lo olvide.  Pensaba que nos acompañarías a las Industrias Krei Tech. Pero olvide lo del agente inmobiliario, disculpa iríamos contigo pero necesitamos ver hoy mismo lo del equipo.

—Si no te preocupes, recibí ayer un mensaje de Honey. Ella siempre va un paso adelante.

—Lo sé. La amo por eso —ella lo escuchó suspirar e igual sonrió, le encantaba ver el amor que esos dos se tenían—. Bueno te dejo porque hablando de esa mujer me está apresurando —la rubia sonrió, pues del otro lado se escuchaban los gritos de su amiga—. Más tarde te mando la cotización, vale —contestó Tadash apresurado.

—Por supuesto.

Colgó la llamada, no sin antes ver la hora. Se le estaba haciendo tarde. Ya iba de salida cuando encontró un chico en la puerta, por supuesto llevaba un ramo de rosas con su correspondiente nota. Elsa había regresado a guardarla, nadie más podía leerla. Suspiro, odiaba llegar tarde. Tomó su bolsa y fue directo al garaje. Camino directo hasta su auto, un bello deportivo que Jack le había dado como regalo cuando se casaron. Entró al coche, se colocó el cinturón y luego encendió el motor. Condujo por la carretera sin percatarse de algo importante. Cierto auto desconocido la seguía desde que salió de su casa. 

Fueron varias calles de recorrido hasta que finalmente se estacionó frente a un gran edificio. A simple vista le gustaba el lugar, era céntrico y fácil de llegar. Entró al edificio, las instalaciones en las que estaba interesada se encontraban en el último piso. Elsa había dado su información y el encargado le había dado acceso a los departamentos.

—Buenos días.

Una voz profunda le llamó desde la entrada, la platinada de giro para mirarlo.