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Joaquín tomó la taza con sus manos, no sabía como comenzar a desahogarse con él.

Las lágrimas volvieron a descender de sus mejillas, sintiendo como el nudo volvía a subir, al tratar de decirle la verdad.

—No, no sé que pasó —dijo con un hilo de voz tratando de tragarse el nudo en su garganta que ya comenzaba a molestarle.

—Joaco, si no te sientes listo, no lo digas —el chico dejo la charola en la mesa de noche junto a la cama acercándose a él para darle otro abrazo mientras que este sólo sollozaba.

Me engañó —dijo al fin, sentía que su mundo se volvió a desmoronar cuando lo dijo, porque ya era una realidad, su amigo ya sabía lo que estaba pasando.

—¿Qué? —Él no podía creerlo, pero la idea no se iba de su mente, conocía demasiado bien a Emilio, conocía su pasado, sus gustos, sus debilidades, pero sobre todo conocía su persona, y sabía que en algún punto podía ser cierto.

Estuvo con Alejandra —Joaquín volvió a sollozar. El menor no podía consigo mismo.— Pensé que me amaba, por primera vez en mi vida pensé que lo que teníamos era real, pensé que Emilio no me lastimaría —las lágrimas no cesaban, y él no sabía como calmarlo.— Y lo peor de todo, es que no tuvo los huevos suficientes para decírmelo él, a la cara —Joaquín se aferró más, pues, fue la única persona que se preocupó por él.

—Joaco —suspiró, no sabía si defenderlo ayudaría, pero, al menos lo intentaría—. Emilio es mi hermano, tal vez no de sangre, pero no puedo decir que no lo haría, tal vez estando ebrio, y si sirve de algo, solo contigo he visto como le brillan los ojos cuando te ve, o cuando habla de ti. —El chico no lo soltaba. Y no lo haría, porque dejando el sentimiento que tiene hacía Joaquín, él si lo consideraba un amigo, porque así era Joaco, siempre daba todo por sus amigos.

Bondoni soltó una pequeña risa, mientras miraba como lo sostenía entre sus brazos, se alejó un poco de él para mirarlo, para por una vez en su vida contemplar sus facciones.

Alejandra esta embarazada —en ese instante entendió todo.

—¿Cómo? —preguntó confundido.

—No lo sé, no pregunté algo que ya sé como pasó, conozco el ejercicio, lo hice varias veces con Emilio —este soltó una pequeña risa, porque no podía creer que, a pesar de estar mal, Joaco siguiera haciendo bromas acerca de la situación en la que se encontraban.

Pasaron unos segundos de silencio, ninguno dijo nada acerca de lo que estaba pasando, y Joaquín se encontraba recostado en su pecho, mientras este le acariciaba sus rizos bien formados.

Los sollozos y el llanto de Joaco ya habían cesado, ya estaba un poco más tranquilo.

—¿Joaco? —preguntó atrayendo su atención, no quería ser inoportuno con el tema, pero necesitaba saber.

—¿Qué vas... qué vamos a hacer? —Diego se corrigió al instante.

—¿A qué te refieres? —Joaquín prestaba atención, pero no lo miraba, el seguía con su mirada perdida en la colcha gris del cuarto de huéspedes.

—¿No piensas que te voy a dejar solo, cierto?, me preocupo por ti, y por tu salud mental, por eso te pregunto, ¿qué vamos a hacer? —las palabras eran concretas, pues, ninguno sabía en lo que se iba a meter, o los problemas que esta situación les podría traer, pero no les importaba.

Joaquín suspiró, entendió la primera pregunta, pero, no quería precipitarse a algo.

—No lo sé, realmente no lo sé —Bondoni no levanto su mirada en ningún instante, porque la propuesta que tenía podía sobresaltar a su amigo, pero era lo menos que le importaba— Los Ángeles —dijo soltando un suspiro, esperando que aún siguiera firme ante su postura.

—¿Qué? —respondió con otra pregunta tratando de entender que decía.— ¿Estás seguro? —volvió a preguntar percatándose de haber escuchado bien.

—No quiero estar luchando todos los días contra mis instintos de llamarlo, o de ir a buscarlo, quiero una nueva vida, un nuevo comienzo no simplemente ser el chico gay que usar crop-tops —la postura de Joaquín era clara.

—¿Cuándo saldremos? —preguntó tratando de no arrepentirse de su decisión. 

No se va  »Emiliaco.Where stories live. Discover now