Capitulo 8
—¡Papá! —la pequeña Danny gritaba para atraer la atención de su padre el cual estaba atentamente revisando su teléfono.— Papá, ¡hazme caso por favor! —se quejó por segunda vez consecutiva.
—Perdón mi amor, estaba revisando unas rutas de los camiones, pero ya estoy contigo, ¿qué ocurre? ¿Por qué tanta urgencia? —preguntó Emilio guardando su teléfono para poder disfrutar el momento con su pequeña.
—Quiero saber más de ti, nunca me cuentas nada, y menos si se trata de tu pasado —bufó.
Emilio suspiró cansado, había tenido muchas conversaciones con su pequeña acerca de sus años de secundaria, le había hablado en varias ocasiones del tío Diego, pero los años de preparatoria e inclusive los primeros de la universidad eran temas que no le gustaba tocar, principalmente por aquel chico de rizos que lo hizo suspirar en aquella época dorada.
—Todo a su tiempo —dijo atrayéndola a él en un abrazo, dándole un beso en la comisura de su cabello.
—¡Papá! —volvió a respingar, Emilio soltó una risa a medias, le gustaba hacerla frustrar para después tener una larga charla con ella en la sala o en su cuarto.
—Vamos arriba —dijo soltándola del agarre, levantándose de su asiento y guiando a su pequeña hacía su habitación.
Daniela ya estaba un poco más feliz de lo que aparentaba, le encanta ser la niña de su padre, y sentirse segura en sus brazos, porque Emilio la ama con todo lo que es.
Ambos entraron a la habitación que el matrimonio comparte.
—Espera aquí —habló Emilio una vez que estuvieron dentro.
El mayor entro a su armario, y al cabo de varios segundos salió con una caja roja en manos.
Emilio se sentó junto a ella en la cama, sonriendo ante el objeto tan valioso que sus manos sostenían.
—¿Qué es esto? —preguntó la pequeña cuando se percató de las emociones de su padre.
—En esta caja esta mi vida entera, lo que soy y lo que alguna vez fui —la abrió con cautela, porque esa caja fue un valioso regalo de aquella persona especial que le quitaba el aliento hacía años atrás.
Daniela lo miró confundida, no entendía que quería decir su padre con eso.
—¿Es la caja por la que mamá y tú peleaban la otra noche? —Emilio asintió lentamente.
Marcos abrió la caja, y en ella habían sobres color beige organizados con iniciales, un sobre mantenía la letra D, otro dos iniciales, JB, el tercero una DV, pero, no tomó ninguno de esos, si no, uno que mantenía una letra F, y Emilio sonrió al sostenerlo.
—En este sobre están las fotos de mi "época dorada", aquella en la que cada uno comenzaba a ser libre, a su manera. Hay fotos de tu madre, fotos del tío Diego, de mi amigo Joaquín, e inclusive del tío Roy —explicó Emilio.
—¿Papá? —Daniela llamó su atención, quería una explicación a un tema que no la dejaba descansar, y en ese momento sin su madre, parecía que su el tiempo jugaba a su favor.
—¿Qué ocurre? —su padre la miró comprensivo.
—¿Por qué siempre que hablas de Joaquín, mamá se enoja? —su voz era calmada, y de verdad parecía que quería saber lo que ocurría porque no era normal que su madre se pusiera a la defensiva con sólo escuchar un simple nombre como ese.
Emilio suspiró recordando a aquel chico de crop-tops que aún en día le quita el aliento.
—Mi amor, tu madre siempre estuvo celosa de lo libre que llego a ser —explicó.—Joaquín fue mi mejor amigo durante mucho tiempo, él me ayudo en muchas ocasiones que pensaba que estaba perdido, hasta que un día peleamos, y ambos decidimos que era mejor dejar la amistad que manteníamos. Y bueno, tiempo después supe que dejó el país para casarse con un empresario —en ese punto de la historia Emilio ya se encontraba revolviendo las fotos del sobre, buscando una en específico. Hasta que la encontró, todos sus amigos cercanos se encontraban posando ahí, desde Nicole Reyes hasta Roy Royer.
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No se va »Emiliaco.
FanfictionHoy te busco y tu no estas. Llamo y no te puedo hablar. Mi corazón no olvida, y un amor así no se olvida. Porque eres mi bala perdida, cuando estas siento mil besos en el aire, y eso es suficiente para convencerme de que si te vas te buscaré. Te...