8: Avances

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Cuando la última nota del Guqin dejó de sonar, XiYue abrió los ojos. La melodía tocada era tranquila y hermosa, tan cautivadora, que a pesar de la notoria inexperiencia de su intérprete, lograba transmitir las emociones de la canción. Incluso esa misma falta de experiencia le añadía un toque especial. XiYue no estaba seguro de si sería la propia forma de tocar del joven Jin o la técnica que usaba, pero era la mejor interpretación que había escuchado en mucho tiempo. Y eso que la había oído un montón de veces. Pero, por supuesto, jamás admitiría aquello en voz alta.

—Joven Jin, lamento interrumpir su entrenamiento, pero ya es tarde. Pronto servirán la cena y tiene que ir a guardar ese Guqin. Le recomiendo que se ponga en marcha de inmediato.

Dicho eso, XiYue se puso de pie y se marchó. Una vez más, Jin Ling se sintió ofendido ante la indiferencia de ese tal XiYue, que lo abandonó sin el menor remordimiento apenas se sintió mejor.

—¿Acaso soy tu sirviente personal? ¿Solo me usas para sentirte bien y burlarte de mí?

—No.

Jin Ling casi se atragantó con su saliva. Solo se quejaba al aire, no esperaba que esa perla lo escuchara, mucho menos que le respondiera.

—Tch. ¿No te estabas yendo?

XiYue volteó los ojos. Era increíble que un tipo tan molesto como ese pudiese tocar de una forma tan hermosa. Mejor dicho, era una lástima.

Al final, por más que Jin Ling se quejara de la actitud de XiYue, tuvo que pedirle ayuda para guardar el Guquin, porque siempre olvidaba la manera particular que tenían los discípulos Lan de guardar los instrumentos. Si fuera por él, solo lo dejaría tirado sobre alguna mesa, pero si hacía eso y alguien se daba cuenta recibiría otro castigo, y ahora estaba convencido de que los castigos del Receso de las Nubes eran peores que los de su tío. El líder de las perlas lo ayudó más que nada como pago por haberlo dejado escuchar la melodía, a pesar de que el intérprete fuera grosero. Fue así como terminaron caminando al comedor juntos y vieron llegar, en muy buenos términos, a SiZhui y JingYi. Apenas se percataron de la presencia de los otros, los cuatros se sumieron en un silencio incómodo, observándose con perplejidad. Finalmente, apareció QuiGe de la nada y rompió el momento de tensión tomando a sus dos amigos y arrastrándolos al comedor, balbuceando frases incoherentes sobre Lan MinNue.

—No sabía que te habías vuelto cercano a Lan XiYue —sonrió SiZhui.

—Y no lo hice, simplemente... ¡No importa! ¿Y tú? ¿Arreglaste las cosas con JingYi? —preguntó Jin Ling.

SiZhui amplió la sonrisa en su rostro.

—Sí. Ya resolvimos las confusiones.

—Tardaron mucho. Vamos a comer, muero de hambre. Ese Lan me tuvo tocando por horas, ¡y después simplemente quería abandonarme! Pero esta vez no dejé que se saliera con la suya.

—Ling, no grites, está prohibido.

—Tch. Todo esta prohibido en este lugar.

Para suerte del joven Jin, los discípulos Lan estaban más preocupados de su comida que de otra cosa, tratando de centrar toda su atención en los alimentos que tenían frente a ellos, puesto que en un rincón del comedor se encontraban Hanguang-Jun y su esposo, esperando a su hijo adoptivo y sobrino. Como la mayoría de los ancianos y maestros tenían una reunión en ese momento, no había peligro de discusiones, aún así, los discípulos eran cautos, la mayoría solo quería que las cosas se resolvieran y todo quedara en el pasado. Les agradaba el señor Wei, pero querían evitarse problemas con el anciano Lan QiRen, por eso lo evitaban. Sin embargo, los malentendidos ya habían hecho de las suyas.

La Perla de GusuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora