tres.

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La enorme casa se postró ante sus ojos y con gran alivio suspiró. El hecho de que Greyback mencionará que debía encontrar pareja (pues de no encontrarla ahora podía quedarse vulnerable y solo) era algo que no toleraba en absoluto, él era letrado, culto como su padre le había enseñado desde sus tiernos años e independiente como su madre le mostró desde siempre, no necesitaba a nadie y muchísimo menos necesitaba a un imbécil como Greyback que sólo buscaba meterse en las faldas de cualquiera que se dejase, era simplemente humillante que alguien como aquel alfa se atreviese a tratarle y hablarle así únicamente por su casta, imperdonable.

Limpió sus zapatos en la alfombra de la entrada para evitar que se metiera el polvo del exterior, el canasto reposaba en su brazo con las compras simples de ese día y al meterse a la cocina observó la figura erguida de su padre que se dedicaba a leer papeles de sus probables negocios con un gesto concentrado.

--Padre. --saludó escuetamente y con respeto dejando las cosas en los muebles, miró el café que se encontraba encima de la mesa que suponía era para él y se preguntó si su padre estaba tan de buenas como para hacer café para los dos.-- Buenos Días, padre, me alegra ver que estás bien, que todo marcha correcto.

Y no era mentira, desde la muerte de su madre, su padre se había vuelto mucho más frío con su trato hacia su único hijo hasta rozar lo distante, los formalismos que antes parecían no importar, ahora Abraxas los remarcaba una y otra vez permitiéndole a Lucius el menor contacto cálido y familiar con él, todo era distinto desde la muerte de su madre y tan lúgubre, era desesperante.

--Claro que todo marcha de manera correcta, y es bueno que lo menciones. --tras unos cuantos sorbos a su taza de café miró de lleno a Lucius y le sonrió con suavidad entregándole los papeles, Lucius los recibió gratamente sorprendido y con rapidez comenzó su lectura, eran nuevos y prósperos negocios, una sonrisa llena de júbilo se mostró en su rostro, su pecho se infló lleno de orgullo, miró a su padre quien le miraba también con grande esperanza.-- Y lo mejor es que, si todo sale según lo planeado, podremos dejar el pueblo e ir a otro lugar que tenga una mayor concentración urbana donde la enfermedad no ha tocado.

Lucius, sintió su sonrisa debilitarse levemente, el cambiarse siempre de lugar de estadía le causaba irritaciones que no comprendía, sin embargo, se alegró por su padre y por sí mismo.

--¿Y cuándo te irás? --preguntó con alegría, mantuvo su taza de café entre sus pálidas manos sintiendo su calor.

--Me iré esta misma noche, Lucius, por eso mismo te he esperado hoy para desayunar, no hay nada que alegraría más a tu viejo padre mas que esto, hace tanto que no lo hacíamos... --el tono alegre de la conversación se ensombreció, Lucius bebió el café y recordó las palabras duras e indignantes de Greyback mientras se paraba a preparar el desayuno.

--Padre... ¿Tú crees que soy extraño?-- tomó el mueble con fuerza y enojo para después amarrar su pelo en una coleta rápida.-- La gente del pueblo no deja de murmurar cosas y yo... No sé qué pensar.

--¿Raro, tú? ¡No les hagas caso, esta gente está igual de chiflada que sus cabras! Eres tan especial como lo fue tu madre alguna vez. --Las palabras de su padre servían como anestesia para él, sonrió tranquilo y engreído sintiendo ese nudo de inseguridad deshacerse, su padre tenía razón no debía escuchar esos comentarios tan vacíos de gente que ni siquiera le conocía.-- O es quizá que ¿te molestan los comentarios de alguien en particular quizás... un interés romántico, tal vez el joven Greyback?

Lucius se volteó con velocidad lleno de susto y desagrado ante la sola mención de ese abominable nombre, casi tirando todo lo que tiene preparado sobre el sartén muestrándose molesto ante su progenitor.

La bestia. [LUMUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora