Cinco.

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La incertidumbre en su pecho y corazón le hacían sentirse como en un sueño lejano y profundo, sus pasos temblorosos se manejaban a través de aquel extraño lugar donde los enormes jardines a su alrededor parecían brillar por sí mismos, se encontraba maravillado con la extensa variedad de flores de todos los tamaños y colores que se hallaban en aquel triste y solitario lugar, entre sus labios una exhalación de sorpresa se escapó sintiendo su rostro cosquillear con agrado tras el intento de su cuerpo de recuperar un poco de calor; le sorprendía en gran manera como parecía que la luz del sol no podía alcanzar aquella parte tan recóndita del mundo, sin embargo, incluso con tanta oscuridad Lucius podía ver con claridad el hermoso paisaje que se alzaba majestuoso ante él, el paisaje que parecía haber sido sacado de un fantasioso cuento de hadas como los que solía contarle su madre siempre antes de dormir. Su silueta delgada y alta se dibujó sobre el gran portón del castillo una vez se halló frente a él y con las manos frías por el tiempo y temblorosas por el miedo empujó con toda su fuerza la gran puerta de madera y metal, sus pies livianos avanzaban decididos conforme ésta cedía ante su toque con las expectativas en alto y un sentimiento de alerta que no podía alejar.

El fuerte viento ayudó al rubio a terminar de abrir la puerta por completo, el aire cálido proveniente del interior del castillo hizo temblar a Malfoy quien miró con recelo a su alrededor sin saber qué esperar de aquel extraño y extravagante lugar, con inquietud se sintió observado por las paredes del palacio mientras se quitaba el manto que cumplía con la función de un abrigo sin realmente querer quitárselo, la luz se le escapaba a ratos de los ojos y con tranquilidad tomó uno de los candeleros que reposaban en el mueble lleno de polvo para iluminar cada uno de sus pasos en la oscuridad de la residencia.

--Por todo lo eterno, mira por ahí, ¡ha llegado más gente, mira! --el pequeño y suave toque de un compás de madera acompañaba a la suave pero temblorosa voz que murmuraba eran devorados por el silencio del castillo, las pequeñas figuras se movían entre el resguardante y oscuro escondite que le brindaba las sombras del castillo, sin embargo, más allá de la agudeza auditiva que el joven mozo pudiese gozar aquel suave sonido no fue escuchado por Malfoy quien miraba cada rincón del lugar en busca de su padre sin saber que pequeñas sombras le acompañaban de cerca en el transcurso de su recorrido por los largos pasillos del castillo, se mostraban curiosas y asustadas ante su presencia dentro del lugar--Todo esto no habría pasado si aquel viejo no hubiera llegado a tomar las rosas del jardín sin siquiera consultar.

--Basta, Potter, sabes muy bien que Lupin no jamás debió reaccionar así y tener ese mal genio, es por su culpa jamás nos visitan, además ¡mira bien a la visita! mira su cabello largo y bien cuidado, quizá sea una doncella... --Una segunda voz hizo presencia con un toque de emoción en contestación a los lloriqueos de la primera susurrante voz, en comparación a la primea voz ésta había sonado lo suficientemente fuerte para llamar la atención de la omega que con temor alumbró al lugar de origen del sonido sin encontrar nada más que un candelero junto a un reloj viejo que parecía no funcionar.

--¿Hay alguien aquí?, ¿Hola? Yo sólo... vengo por mi padre. --Las palabras eran en totalidad una súplica, siguió avanzando con paso decidido a las escaleras sin encontrar a nadie que pudiera siquiera darle una simple explicación mientras que todos los habitantes del castillo continuaban observándolo en silencio y con una enorme duda sembrada en pechos.-- Padre, Dime que estás aquí.

Más allá de las escaleras unos ojos curiosos le miraban con gran ilusión y sorpresa, con cuidado avanzó hasta donde se encontraba su madre a contarle lo que había hallado.

--Madre, ¿Le has visto, le has visto? Es un muchacho... ¡hay un muchacho en el palacio! --Un pequeño retintineo de porcelana acompañaba a cada una de las palabras cargadas de emoción que profesaba la voz de un pequeño niño, el sonido era lejano a los oídos de Lucius quien se mantenía temeroso y ensimismado en la búsqueda angustiante de su padre, la madre del infante observó a su retoño quien se mostraba como una bellísima taza de porcelana, sus facciones pintadas con suave pincel se ajustaban al expresivo rostro del niño que alguna vez. A su vez, el pequeño miraba a su madre, quien resultaba ser una maravillosa y elegante tetera de porcelana pintada con toques de oro y un aspecto tan frágil como el cristal, el niño continuaba su alocada expresión con gran ilusión tras contarle su previa aventura.

La bestia. [LUMUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora