VIII

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OCHO

-El rojo es tu color

Darcy soltó un lánguido suspiro y se sirvió su taza de café.

Luego de llamar a Jane y decirle que Loki la buscaba –y que corriera en dirección contraria–, sobre su plan de ir donde un amigo a un club en Winchester, sobre lo que había pasado, sintió que necesitaba más que nunca a alguien que la abrazara, que le dijera que todo iba a estar bien y que el loco maníaco de Loki no iba a volver a sacudir su vida como si fuera una lavadora.

Jane juró que la iba a rescatar, obviamente. Pero una parte de Darcy sabía que no iba a ser así. Hace días que le había dejado pistas a Jane sobre su paradero, sin que Loki lo notara, y cada vez que viene alguien a detenerlo... bueno, nadie podía. Él era muy, demasiado, poderoso para simples mortales, o eso decía cada vez que se deshacía de los humanos.

Bebió de su café con dolor.

Su vida estaba jodida hasta que a Loki se le ocurriera soltarla, hasta entonces, decidió que sería una buena chica y no refutaría. Pelear aquí era un caso perdido cuando Loki podía manipularla, el collar adornando su cuello lo probaba. Estaba atada de manos, de pies, de lengua, de todas partes. Suponía que, la atracción que él sentía –si es que la sentía– provenía del rechazo que ella le daba cada vez que hablaba. ¿Y si se mostraba sumisa y le hacía caso en todo? ¿Se aburriría de ella?

La puerta de la entrada del departamento se abrió de un solo golpe y un malhumorado Loki entró pisando fuerte. Golpeó una pared y gruñó.

Ella lo miró desde el umbral de la cocina, y tal parecía que él no había notado su presencia. Decidida a hacer valer su palabra, se alistó. Dejó el café sobre la encimera y se arregló las ropas, debía verse perfecta, linda. Lo que nunca logra, pero el intento jamás mató a nadie. O eso esperaba.

—Aquí vamos —susurró antes de salir de la cocina y con la voz más suave y adorable –puaj– que pudo lograr –un fallo total–, preguntó—: ¿todo bien?

Los ojos de Loki la paralizaron y estuvo a punto de caer de rodillas por los nervios. Su ira no siempre era conveniente o –sí, sí– sexi, había veces en que Darcy se tenía que esconder para evitar caer en sus garras. Cuando estaban en la cabaña de las Bahamas, varias veces se encerró en el baño con un cuchillo por si a él se le ocurría venir en su búsqueda. Ahora no podía huir.

—No, no está todo bien. —gruñó, apartando la mirada.

Se tragó un suspiro de alivio.

—¿Qué pasó?

—Los amigos de mi hermano han enviado a uno de los asesinos más conocidos de este mundo a matarme y no estoy de humor para luchar.

—¿Cómo lo sabes?

—No pienso decirte.

Antes habría lanzado algo directo a su cabeza, a cualquiera de las dos, pero ahora solo pudo morderse la lengua y sonreír como en comercial de mamá-perfecta.

—Está bien —dijo. Darcy se encaminó hacia el sofá y recogió el cojín que se había caído. Sintió la mirada curiosa de Loki en todo momento—. ¿Vas a desayunar?

—N... ¿por qué? ¿Cocinarás para mí?

Captó humor. Maldita sea.

—Por supuesto, cualquier cosa que quieras.

Se deslizó hacia la cocina antes de que él la cogiera, y pudo notar que iba a pasar por su mano estirada, ahora suspendida.

—¿Cualquier... cosa? —además de curiosidad, había confusión. Una mezcla peligrosa, no sabía si él pediría algo más que desayuno o le pediría el desayuno y algo más—. Estás muy cariñosa esta mañana. ¿Acaso sigues molesta conmigo?

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2020 ⏰

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WINTER LOVE • Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora