ANASTASIA sólo había llevado un vestido que le llegaba a los tobillos. Decidió ponérselo porque era informal y no se arrugaba. Llevó sus dedos a las joyas que todavía pendían de su cuello. La gente ponía collares al cuello de sus perros, luego la correa... era parte de su entrenamiento. La ira brillaba en sus ojos verde esmeralda. Más tarde se arrancaría el collar. ¡Por ningún motivo lo llevaría con ella! Se había degradado. Fue una participante ávida en brazos de Christian. La piel le ardía al recordar cómo se había comportado. No tenía excusa. Ya no era una adolescente. Era una adulta que se suponía controlaba sus respuestas.
Ella creía que tenía controlados sus impulsos sexuales. ¡Tantos hombres habían fracasado en el intento de despertar su pasión! Su disgusto por cualquier intimidad era intenso. Culpaba a Christian de su aparente frigidez. La destrozó aquella noche seis años atrás. Se encontraba en una edad muy sensible cuando él se las arregló para combinar el sexo, la vergüenza y la suciedad en un paquete desigual dentro de su impresionable mente. Pero lo que más la enfurecía era que nada de eso le impidió responder como una salvaje. Una tremenda manifestación de sus más bajos instintos, ¿qué más podía ser? El que Christian supiera que podía ejercer tal poder sobre ella sin que ella misma lo sospechara era humillante. Su falta de experiencia la hacía un blanco vulnerable... y no se quedaría para más demostraciones. Christian encontraba en la sala cuando bajó. Sus ojos dorados brillaron y una sonrisa de sorna apareció en sus labios. Anastasia se sintió acorralada, a pesar de que la habitación era muy grande.
—¿Qué quieres beber? —le preguntó él, tranquilo. Le pidió un zumo de naranja, y se lo dio con un aire divertido que la enfureció más—. Esta tarde no estabas ebria más que de deseo, pero celebro tu elección —le indicó—. El alcohol inhibe las sensaciones.
—¿No crees que la farsa ya ha ido demasiado lejos?
—La farsa es comedia y no te veo reír.
—Poca gente ríe ante las amenazas, por grotescas que sean —replicó la chica con fiereza.
Un sirviente apareció para anunciar que la cena estaba lista. Anastasia se instaló en una silla de respaldo alto ante la mesa del comedor. Tan pronto como sirvieron el palto principal, alzó el mentón.
—¡Hace seis años no hice nada de lo que deba avergonzarme! ¡No tienes derecho a amenazarme ni excusa para mantenerme aquí!
—¿No? —indagó Christian.
—¡No! Y tu forma de tratarme es imperdonable. Cuando llegaste a la biblioteca esa noche, el chico aquel trataba de violarme...
—¿Sigues insistiendo en contar esa historia? De verdad, cara, si buscas circunstancias atenuantes para lo que hiciste esa noche, ¿no puedes esgrimir otra cosa que no sea la violación? A la luz de tu naturaleza ardiente, me es difícil creer que la violación hubiera sido necesaria.
—Estaba apagando las lámparas —insistió Anastasia—. Creía estar sola. El tipo ese me atacó por la espalda, me tiró al suelo y me golpeó... Me mordió los senos... y me hizo mucho daño...
La asombró la carcajada de Christian. Le había costado un gran esfuerzo describir el asalto y le dolía su burla.
—Mordiscos de pasión —comentó él con desdén—. Vi tus heridas.
—¡Te digo la verdad! —exclamó la joven, furiosa pro su respuesta—. Estaba aterrorizada... ¡Si no lo hubieras interrumpido, me habría violado!
—Ni siquiera sabes mentir —se burló él—. Los hechos no concuerdan. Te encontrabas en una habitación oscura con la puerta bien cerrada. No gritabas y no me exigiste que llamara a la policía. No me hablaste del intento de violación hasta que el chico ya estaba a salvo, lejos de la casa.
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Ángel de oscuridad (adaptación FSOG)
FanfictionEsta historia no me pertenece es solo una adaptación con los personajes de FSOG. Anastasia siempre había odiado a Christian, su hermanastro, de la misma forma en que él la odiaba a ella. Por eso no podía admitir que él volviera a Inmiscuirse en su...