CAPÍTULO TRES

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〘Actualidad〙

—Si no salimos de aca me voy a volver loco, ya no aguanto, te juro —declara Ramiro pasándose las manos por el rostro.

Caminaba de un lado al otro como si fuese un animal enjaulado, hacía más de veinte minutos que Marina había llamado y nadie los fue a buscar. Por lo visto la chica no escuchó nada de lo que Ramiro dijo debido a la mala señal y el alto volumen de la música.

—Tranqui, en cualquier momento vamos a salir. Alguien se va a dar cuenta de que no estamos y nos van a buscar —Ciro trató de convencerlo a él y a sí mismo.

—¿Quién? A esta altura están todos re alcoholizados, no deben saber ni dónde están parados —se sentía tan frustrado—. Cuando Marina me llamó, lo poco que pude escuchar fue que me bardeaba y decía incoherencias.

El castaño estaba preocupado y a Ciro se le ocurrió una brillante idea para calmarlo, abrió su riñonera para sacar el porro que había armado antes de salir de su casa, junto a un encendedor. Ramiro lo miró incrédulo mientras el pelinegro lo encendía y fumaba una seca.

—¿Te parece que es un buen momento para hacer eso?

—Me parece el momento perfecto —se lo pasó—. Agarrá y fuma. Te va a hacer bien.

Ramiro recibió el porro e imitó su acción, no era la primera vez que lo hacía y tampoco iba a despreciarle la oferta, estaban caras las flores.

—Ese es mi pollo —lo felicitó Ciro con alegría.

Se sentaron en el suelo con la espalda contra la bañera para terminarse el porro entre los dos. Con el efecto calando en él, Ciro disfrutaba el triple cuando sus dedos rozaban los de su compañero al pasarse el faso, además de eso, mientras los minutos pasaban lo veía más relajado a su lado, como si no existiera ningún conflicto entre ellos.

—Es buena —reconoció Ramiro, en referencia a las flores.

—¿Viste? Yo solo compro de calidad. Ahora fuma y aguanta el humo lo más que puedas —dijo Ciro antes de él también hacerlo. Se lo pasó al castaño, quien lo imitó, y juntos contuvieron la respiración pero no duró mucho ya que Ramiro se empezó a reír soltandole todo el humo en la cara—. Dale, estúpido —el pelinegro no pudo evitar reírse también.

—Eh..—Ramiro se quiso hacer el serio—. Seré tarado pero no estúpido.

—Estamos en medio de algo importante, concentrate —Ciro volvió a encender el faso y llevárselo a la boca.

—Es que me da risa tu cara —se excusó Ramiro esperando su turno.

—¿Qué decis, gil? Si es re linda mi cara —se hizo el agrandado.

—Bue, ponele que sí —le arrebató el porro a Ciro.

—Mirá, fichate este perfil —presumió con una sonrisita a la vez que le mostraba su mejor ángulo.

Ramiro analizó su rostro por unos segundos, no podía negarle que sí era atractivo, lo sabía Ciro, lo sabía él y lo sabía todo el mundo. Puso los ojos en blanco al tener que darle la razón.

—Lo que tenes de lindo lo tenes de creído igual —dijo Ramiro. Obtuvo una calada bastante larga y retuvo el humo algunos segundos mientras devolvía el faso.

SERENDIPIA || (Desastres #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora