CAPÍTULO CUATRO

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〘Domingo - 00:35am〙

Las luces de la casa se habían apagado, ahora los iluminaban las típicas lucecitas de colores que tienen en los boliches. Se había creado un ambiente cómodo para bailar, habían corrido el sillon hacia atrás para tener más espacio y ya varias personas estaban tirándose unos pasos, entre ellos Ciro con sus amigos. Al rato se sumó Marina arrastrando a Ramiro con ella, para mala fortuna de Ciro quedaron cerca suyo por lo tanto tenía plena visión de ellos, de como bailaban pegados, de las miradas complices; todo empeoró cuando la chica lo agarró de las mejillas y le estampó un beso en los labios.

Toda la euforia y alegría abandonó el cuerpo de Ciro, fue como un baldazo de agua fría, uno que le recordó cuál era su lugar y que tenía que dejar de fantasear con algo que nunca iba a pasar.

Se obligó a escapar de esa intolerable situación antes de que alguien notara su cambio de actitud y la razón. Se fue a sentar en la cocina ya que no había nadie que lo molestara, largó un profundo suspiro mientras se frotaba la cara con sus manos.

—Una patada en los huevos dolía menos —pensó en voz alta. Cruzó los brazos sobre la mesa y escondió su rostro entre ellos.

Estaba harto de sufrir por no ser correspondido, ahora que estaba un poquito tomado ese sentimiento de vacío era más notorio y el triple de insoportable. Había intentado de todo para que Ramiro ya no le interese, para poder estar en una misma habitación con él sin que su indiferencia duela, para ya no desearlo. Sin embargo, parecía que todos sus esfuerzos habían servido únicamente para quererlo más.

¿Por qué tuvo que fijarse justo en él?

Habiendo tantos chicos en el mundo, Ramiro fue el que tuvo que aparecer y despertar su lado no-tan-heterosexual.

—Que raro vos acá solo —una voz femenina hizo que levante la cabeza. Su compañera Brenda venía entrando.

—Necesitaba aire —se limitó a responder Ciro, la pelirroja tenía fama de chismosa y no quería hablar de más.

—Sí, en la cocina corre mucho viento —dijo ella en un tono irónico—. Intuyo que pasó algo pero como sé que no me vas a contar mejor ni te pregunto.

Brenda se sentó sobre la mesa para acto seguido recostarse apoyando su espalda contra ésta, Ciro se quedó expectante, esperaba que hiciera o dijera algo, mínimo que lo mirara, pero nada. Ella estaba en silencio y con los ojos cerrados.

—¿Te vas a quedar ahí? —preguntó Ciro después de unos minutos de incomodidad.

—Sí, ¿por qué? —apenas murmuró Brenda.

—No sé, es un poco perturbador.. —hizo una pausa—. Ni siquiera parece que estés respirando.

—¡Entonces bailemos! —se levantó de golpe haciendo sobresaltar al chico. Le agarró las manos e intentó tirar de él para que la siga.

—No, yo mejor me quedo acá.

Lo último que quería era volver a ver a Ramiro y Marina juntos. No, gracias. Mejor se quedaba lejos de ellos.

—¡Porfis! No me dejes bailar sola, mis amigas no quieren porque todavía no hay mucha gente —rogó Brenda sin soltarlo—. Solo una canción y después te dejo seguir tu camino, ¿sí?

SERENDIPIA || (Desastres #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora