CAPÍTULO CINCO

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〘Domingo - 00:49am〙

Besos húmedos recorrían el cuello de Ciro, su baile con Brenda había subido de tono pero él estaba más concentrado en mirar a Ramiro y Marina -ahora en el sillón-, que en disfrutar de la compañía que tenía. Y es que verlos hablar tan cerca y besarse lo estaba destruyendo, se suponía que habían terminado hace unos días, no entendía por qué estaban juntos otra vez, por qué esa necesidad de romper y volver constantemente.

Tenía sus manos en la cintura de la pelirroja y estaba a punto de apartarla, ya que no le estaba prestando la atención que merecía, pero entonces la mirada de Ramiro se conectó con la suya y sintió su corazón acelerarse como loco. Marina le estaba hablando de algo, lo sabía porque Ramiro asentía de vez en cuando, pero no dejaba de verlo a él y eso, de alguna manera, lo tenía embelesado, lo hacía olvidar la pena que sentía por verlos juntos.

Se atrevió a bajar un poco las manos hasta casi tocarle el culo a la chica, quería ver la reacción de Ramiro pero tampoco se quería zarpar con ella. Ciro se sentía como un idiota al usarla como experimento pero eran más fuertes las ganas que tenía de provocar alguna reacción en Ramiro. Él tenía una expresión que aparentaba indiferencia, pero Ciro creía que si realmente le fuera indiferente dejaría de mirarlo y ya.

¿No?

Sin embargo, ahí estaba Ramiro, observando atentamente cada uno de sus movimientos sin hacer ni una mísera mueca. A Ciro esa combinación de indiferencia e interés lo frustraba y también le encantaba. Así de jodido estaba.

Brenda, empezó a cambiar la dirección de sus besos subiendo por la mandíbula del ojiverde hasta llegar a sus labios y darle inicio a un beso bastante acalorado. Ciro podía estar besándola con muchas ganas pero sus ojos y sus pensamientos estaban enfocados en otra persona. Deseaba con todas sus fuerzas que Ramiro estuviera sintiendo la intensidad del momento al igual que él, que dejara de ser consciente de todo lo que los rodea de la misma manera.

Se percató del ceño ligeramente fruncido de Ramiro, apenas lo hacía, era un mínimo gesto, pero ahí estaba. Una reacción. Y aquello lo tenía sonriendo como bobo en medio del beso, dándole señales equivocadas a Brenda sin siquiera notarlo.

Si lo pensabas era algo triste que tu mundo se revolucione por el simple gesto de una persona, pero cuando uno está enamorado cualquier cosa alimenta la esperanza de que podrían sentir lo mismo por vos.

Y Ciro era un experto en aferrarse a esos gestos. Que Ramiro lo mire ya era un montón para él, que le dirija la palabra lo dejaba sonriendo por el resto del día, y si por algún motivo llegaban a tener contacto físico su estómago era sacudido por una manada de elefantes.

Lamentablemente su burbuja se vio interrumpida por Marina, quien parecía molesta cuando elevó la voz para que su novio le preste atención. Ramiro forzó una sonrisa cuando giró a verla y negó con la cabeza.

—No te estoy ignorando, no hace falta que te mire a los ojos para escuchar lo que decis —le había respondido Ramiro tras ser cuestionado.

—¿Y qué dije? —exigió saber ella—. Ya que escuchaste todo me lo podes repetir.

Ramiro trató de recordar la conversación que estaba teniendo antes de que su mirada se perdiera en cierto pelinegro. Sabía que estaban hablando sobre ellos, sobre su relación, pero no podía darle una respuesta exacta.

SERENDIPIA || (Desastres #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora