- ¿Es en serio? ¿Llegaste la semana pasada y ya te vas a ir? - preguntó Antonella seriamente mientras se sentaba en el sofá, quitándose los zapatos y estirando las piernas entre los cojines.
- Es que a Margareth le salió un trabajo nuevo y... - decía tranquilamente sentándome en el sillón que estaba al frente, pero ella me interrumpió.
- ¿Y a ti eso qué? ¿No le dijiste nada? - dijo Antonella con el ceño fruncido - Tú también vives aquí, si estas en contra deberías decírselo.
-Es su casa y ella es la que trabaja. Debo respetar eso - dije con seriedad mientras Antonella colocaba los ojos en blanco.
- Si fuera mi padre, yo le diría que no me gusta y no estoy de acuerdo - dijo Antonella con mucha seguridad, a lo que Shirley soltó una carcajada.
- ¿Y qué haría? ¿Quedarse? - preguntó Shirley con ironía, sentándose a mi lado.
- No lo sé, pero al menos se lo plantearía de nuevo - dijo Antonella con molestia.
- No, no, ya sé. Se compraría una casa en el lugar que le gustó pero se quedaría viviendo aquí sólo porque tu quieres - continuó Shirley con un tono divertido, sin poder aguantar la risa - Porque después de todo, él es tan millonario.
- ¿Tu crees que yo soy payasa tuya? - preguntó Antonella mientras agarraba un cojín y se lo lanzaba a Shirley en la cara, quien aún no dejaba de reír.
- Lo siento... es que... - dijo Shirley con una risa incontrolable, colocando sus manos sobre el estómago - Uy... me duele la pancita.
- Idiota - dijo Antonella alzando una ceja - Como decía, habla con ella y muestra tu posición, porque sino te manipularán toda la vida.
- Bueno, pero lo importante es que no te vas ya - dijo Shirley con más calma mirándome con comprensión - Aún te queda un tiempo aquí.
- ¡Pero le podría quedar más tiempo! - dijo Antonella con rabia.
- Ay, ya cállate - dijo Shirley con desdén mientras sacaba su celular - Deberíamos pedir hamburguesas, porque no sé ustedes pero yo me muero de hambre.
Y tal como Shirley dijo, llamamos y pedimos hamburguesas a domicilio, que no tardaron más de 20 minutos en traerlas a la casa. Antonella las pagó por su cuenta, y por más que le insistimos en que cada una pagara la suya, insistió ella en pagarlas todas, con la excusa de: "Necesito cambio". Shirley no se equivocaba cuando decía que su padre tenía mucho dinero, y yo no sabía mucho sobre el tema, pero lo que había llegado a mis oídos era que su familia integraba muchas actividades políticas del estado, y hasta cierto punto era algo notorio, debido a que cada día iban a buscarla en un carro diferente al instituto.
- ¿Si vamos a estudiar? - pregunté dándole el primer mordisco a mi hamburguesa.
-Obviamente no - dijo Antonella con diversión mientras le sacaba la lechuga y las rodajas de tomate a la hamburguesa, dejándolas en una servilleta sobre la mesa.
- Yo si necesito estudiar, tengo examen de cálculo el viernes - dijo Shirley con la boca llena.
- ¿Hay examen de cálculo? - pregunté confundida mientras Shirley negaba con la cabeza.
- Yo tengo examen... veo cálculo con los de quinto año.
- ¿Estás repitiendo una materia? - pregunté sorprendida mientras ella asentía.
- La Srta. Ester me reprobó, porque dije que tenía un trasero muy gordo - dijo Shirley sin aguantarse de la risa, mientras Antonella se unía a ella.
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Mommy's moments
RomanceTeressa Collins, una joven estudiante de 16 años, huye de su casa en busca de un lugar al que pueda llamar "hogar"; tomando así el primer tren que lleva a la ciudad más lejana y sometiéndose a más de 8 horas de viaje, sin siquiera imaginar que duran...