Dudas crecientes

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- ¿Sabes Margareth? Desde hace tiempo tengo muchas preguntas en mi cabeza, pero hay una que engloba todo lo que quiero decir - dije tímidamente tratando de no bajar la mirada - ¿Te gustan las mujeres? Porque de ser así me parece asombroso. Es decir...no soy lesbiana pero tampoco tengo nada contra las lesbianas, más bien apoyo todos los movimientos que ellas hacen, porque son muy valientes y sinceras. Creo que en el fondo todas somos lesbianas.

"¿Qué QUÉ?"

- Rayos, no puedo decir eso - me reprendí a mi misma mientras me volví a sentar en la cama, viendo mi reflejo a través del espejo.

"Vamos de nuevo"

- Margareth...mamá. Tengo que decirte algo, y es que hace una semana escuché como tus "amigas de la universidad" hablaban de ti en la tienda de accesorios, dijeron que te gustan las mujeres, y eso está bien. Es decir, yo no he estado con mujeres, ni con ningún hombre en realidad, pero debe ser chido descubrir tu sexualidad ¿No? - pregunté dudosamente asintiendo con la cabeza - Aunque creo particularmente que a veces la gente habla por nosotros. Es decir, vi que tenía revistas de mujeres desnudas en tu habitación, pero eso no significa que seas lesbiana; yo también me masturbe con esas revistas, así que... es normal.

"¿Qué estás diciendo?"

- Mamá, te apoyo completamente y... - decía y de repente escuché como alguien tocaba la puerta, haciendo que saltara en la esquina de mi cama.

- Tessa, ¿Con quién hablas? - preguntó Margareth desde el otro lado de la puerta.

- ¡Con nadie! - grité rápidamente colocando el espejo en su lugar y terminando de abotonarme la camisa del instituto.

- Vamos tarde. Si sigues perdiendo el tiempo en tonterías, llegarás tarde todos los días - dijo Margareth abriendo la puerta de la habitación, escrutandola con la mirada para después verme con enfado - ¡Teressa Collins, mira este desastre!

- ¡Mamá, ayer te dije que no entraras! - dijo apenada recogiendo unas medias que estaban en el piso.

- ¡Y con razón me dijiste eso! Esto es un desastre, jovencita - dijo Margareth molesta acercándose a un montón de ropa que estaba al lado de la cama - ¡Ayer te dije que me bajaras toda la ropa sucia para lavarla!

- ¡Y eso hice! - dije alzando la voz como ella.

- ¿Entonces qué hace esta ropa aquí? - preguntó Margareth furiosa señalando la ropa del piso.

- Esa está limpia, sólo que se me olvido acomodarla - dije apenada bajando el tono de voz.

- ¿Y la dejas en el piso? - preguntó Margareth viéndome severamente - ¡Dios! Ahorita no tengo tiempo para encargarme de esto.

- Ordenaré todo cuando vuelva - dije inocentemente.

- Más te vale, jovencita. Y lo quiero todo impecable, porque si no habrá más problemas para ti - dijo Margareth mirándome con enojo, para después salir de mi habitación.

     Tomé mi mochila y la seguí rápidamente, bajando las escaleras a sus espaldas y saliendo de la casa, montándome en el auto cuando ella le quitó la alarma.

- Tienes suerte de haber salido bien en las pruebas de hace dos semanas, porque si no ya te habría matado - dijo Margareth seriamente mientras se montaba en el auto y cerraba la puerta, encendiéndolo en un dos por tres - Hoy Thomas irá por ti, tengo muchas cosas que hacer en la oficina.

- Esta bien, mami - dije tranquilamente.

- Esta bien nada. Quiero esa habitación impecable, señorita - dijo Margareth con dureza sin dirigirme la mirada.

Mommy's momentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora