⚜ Prólogo ⚜

358 24 1
                                    

En el recóndito corazón de Seúl, un apuesto y joven príncipe vivía en un lujoso castillo. Un gran jardín adornaba los alrededores repletos de árboles florales donde los pájaros cantaban cada mañana. Caminos de piedras, puentes y fuentes componían el natural paisaje.

A pesar de tener todo lo que podía desear, Taehyung era déspota y consentido. Así le educó su padre tras perder a su madre. Un rey gruñón y estricto que no supo hacer más que criarlo con su misma condición. Como si esa persona no pudiera tener todo lo bueno que debía tener y ser por sí mismo. Le había impuesto una vida que no eligió.

Los años fueron pasando hasta quedarse huérfano con la mayoría de edad cumplida. El príncipe Taehyung permaneció en su castillo rodeado de sirvientes que tenían que aguantar su temperamento, haciéndole compañía, dándole el servicio preciso y necesario. En cambio, era ambicioso y poseía en su hogar los objetos más selectos de la comarca, gastando así su preciado dinero en coleccionables. Prácticamente era conocido por los pueblos colindantes, ya que realizaba convites y reuniones con las personas más hermosas que conocía con la única idea en su cabeza que la belleza era lo más importante. Los invitados a esos convites en el castillo estaban llenas de belleza, no era para menos. No había otra cosa en este planeta que le llamase más la atención. Una belleza exterior y superficial que admiraba como si fuera la cosa más imprescindible del universo.

Parecía que era el joven más feliz del mundo, lo tenía todo, pero lo cierto es que le faltaba mucho por aprender.

Una noche de las que decidió realizar un banquete en el castillo, alguien llamó a la puerta tres veces sin obtener ninguna contestación por su parte. Las grandes puertas de madera maciza se abrieron captando la mirada de todos los presentes. Una inesperada intrusa llegó buscando cobijarse de una gran tormenta helada que azotaba la comarca. La intrusa era una anciana mendiga de avanzada edad. Cuerpo encorvado, vestimentas desgastadas y oscuras. Como no poseía ni un trozo de pan que ofrecerle al príncipe a cambio de su hospitalidad, le regaló una simple rosa. Taehyung rio delante de todos poniendo en evidencia a la anciana.

¿De verdad pensaba darle cobijo a una anciana que no era hermosa, ni joven?

El príncipe miró a los presentes con el sonido de sus carcajadas resonando en los oídos de la muchedumbre. Todos le siguieron el juego riéndose también de ella. Taehyung clavó su mirada en la rosa que le ofreció la intrusa. Extendió su brazo para cogerla con cuidado entre sus dedos. Observó lo bonita que era. ¿Cómo una flor podía guardar tanta belleza y a la vez tener espinas para dañar a quién la poseyera?

Cautivado por la flor escarlata que sujetaba, miró a la anciana ladeando su rostro. Estaba repugnado por su aspecto. No era bella, puesto no la quería entonces en su castillo. Decidido, la expulsó de sus terrenos tirando la preciosa flor al suelo y negándole la hospitalidad que ella le había pedido. La intrusa no se sorprendió de su reacción, puesto que había notado, que en el corazón del príncipe Taehyung no había amor, ni siquiera compasión. La anciana le advirtió que no se dejara guiar por las apariencias, porque la belleza se encuentra en el interior. Taehyung volvió a rechazarla y la invitó a que se largara de su castillo.

De repente, la anciana abrió sus brazos emanando un atisbo de luz color dorado y blanquecino, envolviendo su propio cuerpo de él. La apariencia del exterior de la mujer desapareció, dando paso a una bellísima hechicera. Taehyung, al verla, se arrodilló ante ella admirando su belleza y olvidando así su repulsión sentida hacía escasos segundos. Cautivado por su encanto imploró su perdón, de rodillas en el suelo. Un perdón que no fue aceptado, puesto ya era demasiado tarde.

Los invitados de la fiesta salieron corriendo del castillo al ver a la hechicera cubierta de una luz tan grande capaz de dejar ciego a quien la viese.

La anciana no iba a dar su brazo a torcer, ya que, como había mencionado, era demasiado tarde. Lanzó un fuerte hechizo al castillo tornándolo todo oscuro y siniestro. Sus jardines perdieron el encanto de los paisajes antes admirables. Sus piedras, paredes y torres se volvieron al igual de siniestras que todo lo que le rodeaba. Ya no era un bello castillo a simple vista, era lo contrario, lleno de oscuridad. A simple vista un lugar sombrío y abandonado.

Los sirvientes del castillo no se libraron del encantamiento. Fueron convertidos en aquellos objetos selectos que el príncipe Taehyung apreciaba. Aquellos objetos que les hacía sentirse único por poseerlos, por haber pagado por ellos, pero tenían una peculiaridad, puesto que podían hablar y caminar.

A la muchedumbre que corrió sin descanso a sus hogares y habían presenciado el horrible suceso, les borró el recuerdo de la fiesta y sobre todo del príncipe, al igual que de la mente de sus seres queridos. Ya nadie le reconocería, ni a él, ni al lugar. Ese era el precio que tenía que pagar.

Como último castigo, siendo el más importante. La hechicera sumió al príncipe en una horrible maldición transformándole en una espantosa bestia. Ahora Taehyung no era un humano de piel morena. Ya no era el hermoso príncipe al que todos alababan por lo que poseía y por hacer sus grandiosos eventos en el castillo. Ahora era algo desconocido, algo aterrador para la vista de un humano.

Su preciado pelo moreno desapareció dando paso a un pelaje marrón castaño que se extendía por todo su cuerpo en abundancia. En su cabeza crecieron dos cuernos hacia atrás. Unas prolongaciones óseas que le hacían sentirse extraño por la sensación que tenía al llevarlos. Sus manos ya no eran las más bonitas de todo Seúl, puesto que se hicieron más grandes y le crecieron garras para arañar todo a su paso. Su nariz se ensanchó como la de un animal y ahora tenía el olfato más desarrollado. Sus pies se convirtieron en pezuñas por las que caminar era muy diferente y sus ojos, sus ojos seguían siendo los mismos ojos color miel de siempre. Aquellos capaz de cautivar a cualquiera que estuviera contemplándolos durante un tiempo.

Sin embargo, la hechicera le dio un ultimátum, ya que la rosa que le había ofrecido era una rosa encantada. Si Taehyung era capaz de aprender a amar a una persona encontrando así el amor verdadero, y se ganara su amor antes de que cayera el último pétalo al cumplir un cuarto de siglo, el hechizo se desharía. Si no, permanecería condenado a ser una bestia para siempre y a sus sirvientes meros objetos de menaje sin vida.

A pesar de todo lo malo que podía parecer que poseía, la hechicera le dio un regalo. Un espejo mágico como única ventana al mundo exterior. Permitía ver a quién quisieras durante unos segundos, mostrando su situación actual a través de él. Era la única oportunidad para ver más allá, puesto que sería difícil salir y exponerse al mundo.

Furioso por todo lo que le rodeaba ahora, clavó sus ojos en un cuadro familiar que se hallaba colgado en su habitación. Se sentía impotente por ver a su familia y por verse hermoso, humano, cuando en esos momentos no lo era. Levantó su pezuña derecha dirección al precioso lienzo, abriendo garras, separando cada falange para estamparlas rasgando así su rostro en la pintura.

Con el tiempo, los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, los meses en años, y el príncipe y sus criados fueron olvidados por el mundo. Nadie les recordaba.

Ahora, Taehyung perdió el interés en la belleza desde que cada día su mirada se fijaba en el cristal, apareciendo sólo el reflejo de una bestia.

Aquello de encontrar a una persona a la que amar con el corazón,viviendo en un mundo donde nadie le conocía, le hizo impacientarse y perdertoda la esperanza. Pues, ¿Quién iba a ser capaz de amar a una bestia?

 Pues, ¿Quién iba a ser capaz de amar a una bestia?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La flor escarlata ✧ TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora