The Game

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La habitación de Justin en la casa de la fraternidad era un asco apenas entrar; latas de cerveza esparcidas por todo el lugar, como también envolturas de comida chatarra y su ropa tirada en todos lados. El olor era como el de un perro combinado a comida calentada de hace tres días, simplemente desagradable. Pero él amaba su chiquero y era feliz viviendo en él.

El rubio se encontraba en su cama bajo un montón de sábanas y colchas. Gotas de sudor caían por su rostro, su tono de piel era algo rojizo y no paraba de temblar debido a los escalofríos. Liam sacó el termómetro de su boca, lo alzó a la poca luz del sol que entraba por la ventana y lo examinó arrugando su entrecejo. Bieber comenzó a presentar síntomas de gripe la mañana siguiente a la tormenta que volvieron de la casa de playa, y en el transcurso de toda la semana no ha querido presentar mejoría, además de que el jugador de béisbol tampoco se cuidaba y salía sin siquiera un abrigo. Ahora pagaba las consecuencias de su irresponsabilidad.

—38º grados, bro. Estás hirviendo en fiebre—afirmó el castaño

—¿Qué vamos a hacer ahora? quedamos de ir al partido de Drake a apoyarlo, hoy inicia la temporada—Abel estaba mirando ansioso su reloj de mano, el sol estaba por ocultarse y faltaban dos horas para que dieran inicio al primer partido de fútbol americano de la temporada en Seakz—Con Justin así enfermo no podremos ir

—Vayan ustedes, no hay problema. Yo me quedaré aquí—dijo en un tono ronco, tosiendo al final

—¿Y quién te cuidará? con esa fiebre, si te descuidas podrías terminar en el hospital—opinó Lauren con sus brazos cruzados

—Yo me quedaré aquí con él—avisó Halsey, la chica de pelo tinturado de azul no entendía ni un poco el fútbol americano, pero se había comprometido a ir por apoyar a su amigo. En cambio, podía notar lo ansiosos que estaban los demás por ir y disfrutar del partido. Sacrificaría su noche del viernes por la felicidad de sus amigos y por velar la salud del rubio—Drake lo entenderá, ahora váyanse. Los asientos del campo de fútbol ya se deben estar llenando y las lindas SK entrenando sus coreografías

Abel, Liam y Lauren se miraron entre sí, ¿Halsey siendo atenta y amable? Se encogieron de hombros y salieron disparados de la habitación de Justin antes de que la chica cambiara de opinión.

...

Drake era el único del grupo (aparte de Halsey) que no practicaba béisbol, no desprestigiaba aquel deporte de bate y bola, pero el fútbol americano era muchísimo más emocionante para el chico de barba larga. Lo juega desde que tiene memoria, y ahora es una de las futuras promesas para la NFL de su equipo universitario siendo el mariscal de campo, los Warriors SK.

Hoy debutarían contra el equipo universitario de Detroit, los Tigers, y Seakz debía estar preparado; si ganaban este partido, pasarían al siguiente encuentro y así, a la final antes de acabar el semestre. El mariscal de campo realizaba arduamente su calentamiento con el coach gritando en su oído, la presión era mucha, pero se mantenía tranquilo, aunque también ansioso. Se dirigió un momento a las bancas por un breve descanso, sacó su botella de agua de su bolsa de deporte y bebió, mientras veía que el campo ya estaba casi completamente lleno con los alumnos de Seakz con toda la euforia en ellos, ansiosos por el partido que comenzaría en los próximos quince minutos de reposición de los jugadores.

Buscó a sus amigos entre el público, pero sería igual que encontrar una aguja en un pajar, imposible. Fue entonces que unos ruidosos ladridos llamaron su atención. Lauren, Abel y Liam tenían sus manos alrededor de sus bocas a la vez que soltaban los ladridos mencionados anteriormente; hacían esto en cada partido del canadiense para que supiera sus posiciones en las gradas, para cuando en algún momento del partido, él se sintiese derrotado, volteara a verlos para recibir gestos de apoyo. Drake sonrió al verlos sentados gritando y levantando el pulgar en una de las primeras filas, luego frunció su entrecejo al no ver a Justin ni Halsey. Se encogió de hombros, por lo menos estarían ellos tres para alentarme, pensó el mariscal; se giró y volvió con el equipo.

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