Mi Marido Infiel

Capitulo final

Sakura se dijo a sí misma en el momento en que se dio cuenta de que se habían ido. La semana había transcurrido con una tensión insoportable. Sasuke se comportó de un modo frío y distante, sin preocuparse de ocultar su enfado con Sakura, así que, todos suspiraron aliviados cuando se marchó a Osaka por un par de días.

Pero no se trataba sólo de eso. Era Semana Santa y los niños estaban de vacaciones, así que pasaban todo el día en casa. Su excitación ante el inminente cambio de casa no ayudaba a que Sakura estuviera tranquila. Muchas veces se entrometían en su trabajo y ella no tenía la paciencia suficiente. Acabó por darles algunos cachetes que no merecían.

Estaba cansada de guardar cosas en cajas cuando oyó el teléfono. Profirió un juramento y se dirigió a contestarlo, pero dejó de sonar. Volvió a su tarea sin dejar de maldecir. Todavía estaba jurando entre dientes, cuando los mellizos entraron en la habitación.

- Era papá- dijo Daisuke con el semblante muy serio.

No había olvidado la bronca que le echara Sakura por tirar su zumo de naranja sobre el suelo de la cocina. Para Daisuke había sido una injusticia, porque lo había tirado cuando lo tomó para Itachi, de modo que su intención había sido ayudar a su madre, pero Sakura vio el pequeño accidente y perdió los nervios.

- Ha dicho que te diga que está volviendo de Osaka- dijo el pequeño con frialdad- Y que primero irá a la oficina, así que llegará tarde.

«Al cuerno con él», pensó Sakura. Que se quedara en su oficina mientras ella se encargaba de la mudanza. «¿Haciendo el papel de mártir, Sakura?», oyó que le decía la voz de Sasuke en el interior de su cabeza.

- Le dije que viniera a jugar con nosotros- intervino Sarada

- Y supongo que él colgó enseguida, muerto de miedo- dijo Sakura con sarcasmo.

Los mellizos no fueron ajenos a la crudeza de aquella expresión. Sarada se puso roja de ira.

- ¡No, no dijo eso!- exclamó- ¡Dijo que prefería jugar con nosotros a trabajar! ¡Y tú no eres una buena mamá!

Sakura vio que a Sarada se le llenaban los ojos de lágrimas antes de salir corriendo de la habitación y bajar las escaleras como un rayo seguida de Daisuke.

Suspirando, apoyó una mano sobre su vientre hinchado y la otra en la frente. Reconociendo que, probablemente, merecía las palabras de Sarada, se dirigió al piso de abajo. Los mellizos la ignoraron, fingiendo estar concentrados en la televisión.

Levantó a Itachi del suelo, donde había estado jugando alegremente con su juego de construcción y miró a Daisuke y a Sarada, con la esperanza de que le devolvieran la mirada para poder decirles que lo sentía. Pero pensó que, tal vez, aquello aumentaría su irritación y salió del salón con el pequeño.

Una hora más tarde estaba a punto de volverse loca.

Los buscó por todas partes, pero los mellizos habían desaparecido de la faz de la Tierra. Fue en coche hasta el parque, pensando que podrían estar en los columpios. Fue a la casa de la madre de Sasuke, sabiendo que Mikoto estaba fuera visitando a unos amigos, pero pensando que los mellizos no lo sabrían y que habrían podido dirigirse allí. Inspeccionó la casa de arriba abajo por dos veces, buscó en el jardín, y llegó a llamar a la nueva casa pensando que podrían haber ido hasta allí de alguna manera. Pero no había sido así. Se disponía a llamar a la policía cuando sonó el teléfono. Contestó al instante. Estaba temblando de tal manera que le costaba apoyar el auricular en la oreja

- ¿Señora Uchiha?

- Sí- respondió con un susurro.

- Señora Uchiha, soy la secretaria de su marido...- Le dio un vuelco el corazón.