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Danica caminaba junto al nuevo grupo de cuidadores, la segunda madurez había llegado y con eso, el evento donde se elegía su nueva educación y estilo de vida que las estrellas les pedían que siguieran. En cada empleo, se les enseñaba a los nuevos como utilizar los dones que las estrellas les otorgaban, los cuidadores no eran la excepción; aunque solo eran pocos los elegidos a aprender esas habilidades para el beneficio de toda su comunidad y no utilizarlas para ellos.

―Los cuidadores son pocos porque estos dones solo se pueden utilizar para el beneficio de todos aquellos que pueden ser curados― empezó la bienvenida quien era el encargado de instruir al grupo de cuatro ―Si algún cuidador decide utilizar los dones otorgados para su propio beneficio, estos serán eliminados y vivirán repudiados por la sociedad― termino de decir y los adolescentes fruncieron el ceño.

―Lo que se refiere Olev, es que nosotros no los escogimos para que recibieran esta educación― comento una de las antiguas cuidadoras ―Las estrellas fueron las que pidieron que ustedes fueran parte de este pequeño grupo, ellos son las que rigen nuestra vida porque saben nuestro futuro.

―Las habilidades que forjaremos en ustedes son diferentes a cualquier otro empleo― continuó hablando Olev, regalándole una mirada de superioridad a los cuatro adolescentes ―Espero que aprovechen estos días que pasaran fuera de sus hogares y conociéndose más entre ustedes, porque ustedes cuatro: Alvar, Heino, Lagle y Danica, son la razón de que nuestra comunidad siga sin la necesidad de salir de nuestra hermosa Lemaire.

Danica se sintió emocionada al saber que viviría algunos días con su mejor amiga, la única, después de su familia, que sabía que las estrellas le mandaban mensajes para otra persona, una persona de nombre extraño y que no formaba parte de su aldea invernal.

― ¿Crees que nos dejen compartir habitación, Lagle?

―Eso espero Danica, por fin podremos hablar de esos mensajes que te han dicho las estrellas ― entrelazo sus brazos con los de la castaña ―Me refiero sin que tus hermanos estén de chismosos.

―De eso quería hablarte― le dijo en voz baja, mientras seguían a los otros dos alumnos a la casa de estudiantes ―Hace años observe un mensaje y no sabía cómo reaccionar y como podía ayudar a AES.

― ¿AES? ― pregunto extrañada la pelinegra

―Son las iniciales de su nombre, ya sabes que es un nombre demasiado extraño― abrió la puerta del cuarto que los hombres les habían dejado y para suerte de ambas, podían compartir el cuarto. Busco en su mochila aquel cuaderno rojo y pequeño, que se notaba que ya había utilizado más que cualquier otra adolescente de quinientos años ―Aquí está el mensaje.

"Los mineros no solamente tienen secretos, pero aquellos que quieren arruinar la mina, han decidido atacar. El diamante en formación deberá buscar otras maneras para ser forjado" ― leyó Lagle y sus ojos solo mostraban tristeza, ambas habían interpretado de la misma manera aquel mensaje ―Pobre, un pequeño no debería perder a sus padres.

―Al parecer el tiempo donde pertenece AES es muy diferente al que tenemos en nuestra aldea― encogió sus hombros mientras sacaba de su maleta el pijama.

―Entonces, ¿cuántos años tiene ahora? ― preguntó Lagle, abriendo el balcón para observar sus estrellas y ver qué mensaje le tenían para ella.

―Si mis cálculos no fallan― abrió una página de su cuaderno donde tenía una serie de números extraños ―Cuando sus padres murieron, tenía dieciocho años.

― ¡Ahora es mayor que nosotras ahora!

―Aunque nosotras tenemos ya tenemos nuestro empleo― le dijo riendo ―Pero, según nuestros padres, solo estamos en la adolescencia.

―Espero que el dueño de esas estrellas sea lo suficientemente guapo― suspiro románticamente la pelinegra mientras observaba el cielo ―Imagínate salir de aquí para conocerlo. Les contaría a mis hijos que mi mejor amiga huyó de nuestro pueblo en busca de quien tenía su destino en sus estrellas, para que ambos vivieran juntos y ayudarse mutuamente ante cualquier situación que viniera.

―Cállate Lagle― sus mejillas se tornaron rosas y decidió salir junto a ella para ver si sus estrellas le tenían un nuevo mensaje.

Ambas adolescentes se mantuvieron calladas mientras observaban el cielo, ignorando que nuevamente la nieve caía de aquel cielo que brillaba con intensidad. Lagle empezó a escribir el mensaje que sus estrellas le habían preparado, seguramente era algo respecto de lo que tenía que hacer para su primer día como estudiante; en cambio, Danica observo como las estrellas rápidamente cambiaban para formar nuevamente un mensaje triste:

«Un diamante sin forjar puede ser difícil de comprar, y hay quienes que no saben las técnicas adecuadas para ser un lapidario.»

Danica escribió rápidamente aquel mensaje de estrellas, intentando interpretar lo que significaba aquello, y tuvo miedo sobre el destino del dueño de sus estrellas.

― ¿Por qué mi destino está junto al de una persona que solo parece sufrir? ― se preguntó en voz baja, evitando que su amiga se distrajera por sus pensamientos.

―Porque estás destinada a ayudarlo, para que no esté siempre en esas circunstancias― Lagle la volteo a ver y le regaló una sonrisa triste ―Creo que tu destino es ser lectora de estrellas fuera de nuestra aldea.

Danica negó con la cabeza, tenía miedo de tan siquiera vivir lejos de sus padres, quienes pronto necesitarían más su ayuda por la edad, y sus hermanos mayores ya habían sido destinados a unas mujeres, ellos serían los primeros en dar vida a una nueva generación.

―No soy lo suficientemente valiente para dejar la aldea invernal, Lagle.

―Si vieras que ASE, o como se llame, estuviera en peligro de muerte― le tomo de las manos ― ¿Irías en su busca para salvarlo y ayudarlo con su destino?

Danica se quedó callada y fue una pregunta que estuvo con ella durante toda la noche.

The Wrong Sky ⋆ Tony StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora