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No paso mucho tiempo cuando volvieron abrir la celda para pedir que saliera y utilizara sus dones en una persona que había llegado, Danica había pensado que tendría que curar a alguien de sus captores, pero se sorprendió al notar que Yinsen estaba limpiando sus manos llenas de sangre; la lectora de estrellas llego rápidamente hacia su amigo para ver si en alguna parte contaba con alguna herida, pero él la miró con ternura para tranquilizarla, con un simple movimiento de cara, hizo que ella se volteara y observara a un hombre inconsciente en una mesa. Rápidamente, corrió para ver sus heridas, algunas eran más profundas que otras, pero algo extraño tenía en su pecho, Danica hizo el intento de quitárselo para empezar con su proceso de curación, pero Yinsen se lo impidió

—Lo necesita para vivir— le aclaro acercándose para ver los ojos preocupados de la joven —Le exploto un arma y tiene ciertos pedazos que buscaran directamente llegar a su corazón, lo necesita.

—Pero, no podre curarlo totalmente si tiene eso en su pecho— suspiro para colocar sus manos en la cabeza del castaño y realizar la curación de las heridas superficiales —No entiendo como los habitantes de esta tierra buscan dañar a otras personas.

—Los humanos nos dejamos llevar por nuestro propio egoísmo— le dijo para volverse y limpiar todas las herramientas que utilizo para salvar a aquel hombre, Danica seguía sin entender a aquella especie y solo se concentró en seguir curando al hombre, pero cuando estaba terminando el sujeto abrió los ojos lentamente, topándose con la joven recitando unas palabras extrañas.

Danica abrió los ojos y se fijó en los ojos de aquel hombre y se asustó cuando por primera vez observo las estrellas desde su encierro, alejándose rápidamente para ir con Yinsen; el sujeto se levantó pesadamente después de quitarse el delgado tubo de su nariz para hacer el intento de quitarse lo que tenía en su pecho

—No te lo quites— le hablo Yinsen al hombre, explicándole lo que antes le había dicho a Danica, incluso le mostró aquellas partes del arma que, por el aparato extraño de su pecho, buscaban irse hacia la persona.

—¿Cómo te llamas?

—Ho Yinsen— le hablo el hombre —Ya nos habíamos conocido, en una conferencia que realizaste en Bélgica.

—No me acuerdo— dijo rápidamente para posar su vista en la joven que estaba temblando y evitaba mirarlo, sus mejillas estaban rojas —¿Quién es ella? ¿Qué me estaba haciendo?

—Ella es Danica— contesto Yinsen al verla tan extraña —Y te estaba curando, aunque aún no sabe mucho sobre nuestro cuerpo, entonces solo pudo quitarte las heridas superficiales.

—Creí que tú me habías operado— le dijo mirándola extraño, Danica después de suspirar se acercó al hombre para buscar más heridas.

—Yinsen tiene más conocimientos sobre ustedes y sus armas— ambos tuvieron una guerra de miradas demasiada intensa —Yo solo podía curar lo que no está siendo afectado por esta arma.

Las puertas se abrieron rápidamente, dejando ver al secuestrador de todos los presentes, Abu Bakaar sonrió al ver que el prisionero más importante se encontraba como nuevo, a excepción de la cosa de su pecho; con una sonrisa, le dio la extraña bienvenida, Yinsen servía de traductor como una vez había sido con Danica; los soldados al ver la lectora de estrellas entre ellos, la jalaron, Danica intento alejarse de los hombres.

¡Déjenla en paz!— gritó Yinsen en aquel idioma, mientras bajaba sus manos de su cabeza, pero las subió de nuevo cuando los soldados lo volvían apuntar y no dejaban que cuidara a la joven. Danica volvió su vista hacia los ojos de aquel hombre y se preguntó porque en esos ojos castaños podía ver las estrellas que veía en el cielo.

No paso mucho tiempo cuando volvieron a meterla en la celda donde estaban los otros dos, y observo que el castaño tenía nuevas heridas, Danica suspiro, ese hombre se acostumbraría a sus dones al meterse muchos problemas con aquellos que se hacían llamar Diez Anillos.

—Debes recostarte para que pueda curarte— le pidió amablemente, tomándolo de la mano para ayudarlo a caminar al verlo algo desorientado después de que lo torturaran.

—¿Qué vas a hacerme? — pregunto a la defensiva, al ver que colocaba sus manos en su cabeza.

—Solo voy a curarte— le dijo mirando sus ojos y suspiro para cerrarlos.

—Déjala que lo haga, es la única razón por la que no la han tocado— le comento Yinsen al ver que la iba a interrumpir en su proceso.

—¿A qué te prefieres?

—Danica llego antes que yo— suspiro al ver a la joven concentrada, hablando en su dialecto —Siempre estaba herida, pero todos estaban perfectamente de salud. Después entendí que la tenían secuestrada por sus dones...

—Mis dones son muy conocidos por todo el mundo— dijo egocéntricamente el joven, pero al fijarse en sus manos, observo como sus heridas se iban cerrando, causando que se removiera incómodo en su lugar.

—No te muevas— le gruño la joven —Ustedes los que son del desierto son muy extraños— Yinsen, acostumbrado al comportamiento que ella tenía, rio, pero después se quedó callado al ver como el hombre lo miraba extraño.

—¿De dónde eres tú?

—Vengo de una aldea detrás de las montañas de nieve, pero tuve que irme para buscar lo que las estrellas querían que hiciera desde que era pequeña— le dijo cuando termino de curarlo y posaba nuevamente su vista en los ojos llenos de estrellas —No te contaré mi historia porque tú no me has dicho la tuya, mi primer error al salir de mi aldea fue en confiar en unos desconocidos.

—Vamos preciosa, mi cara está en todo el mundo— hizo un intento para acomodar su cabello y posar como siempre lo hacía para las fotografías —Incluso en los pequeños pueblos saben cuál es mi nombre y porque soy tan famoso.

—En Lemaire no teníamos contacto con la gente de este planeta— encogió los hombros para preguntarle con la mirada a Yinsen porque esta persona era tan egocéntrica, él solo movió la cabeza en modo de negación para soltar una risa.

—Qué extraño caso tenemos aquí— se levantó para mirar fijamente a la joven —Mi nombre es Tony Stark preciosa, que no se te olvide.

Danica rápidamente saco su diario de estrellas para intentar buscar el nombre de quien ella tenía su destino en el cielo, ambos hombres se preguntaron en qué parte lo tenían escondido para que ninguno se hubiera dado cuenta.

—¿Acaso eres este mismo hombre? — le pregunto desesperada, apuntando con su dedo en donde estaba con tinta su nombre completo; Yinsen también se acercó al libro para ver lo que tenía escrito ahí, Tony, algo desconfiado empezó a leer cada hoja, para ver cada momento que había vivido y cuáles eran los consejos que ella anotaba

—¿Cómo sabes mi vida?

—Eddie— se acercó con lágrimas en los ojos —Tú eres el dueño de mis estrellas.

The Wrong Sky ⋆ Tony StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora