Agallas

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---¿Por qué lo hizo?

Le grité al maestro. Estaba tan molesta.

Lee me miraba con semblante serio cuando de un momento a otro quitó mis manos de encima de él con fuerza, haciendo que me dolieran pero disimule lo suficiente como para que no lo notará.

--- Será mejor que empiece a limpiar.

Lanzó un trapo sucio al suelo como esperando a que yo lo levantará.

¡Ese maldito!

---Si cree que vine a limpiar su estupida casa pues se equivoca.

Estaba segura de que el no esperaba que yo le respondiera así, su cara de asombro lo delataba.

Nadie en la escuela se le había enfrentado, todos los estudiantes le temían, y yo también pero como dije antes, no soportaba las injusticias.

---¿A que ha venido entonces?

Preguntó con tono dulzón. Claro, seguramente para el todo esto era un juego. Sus cambios de humor empezaban me confundían demasiado.

---¿Por qué reprobó a Jonh? Exijo que dejé que el se quede en la escuela.

Mi pecho subía y bajaba, sentía la adrenalina recorrer por todo mi cuerpo. Por dentro sólo quería tirarme a llorar por como éste sujeto me había tratado.

En mi no tan larga vida había aprendido a defenderme, y a no dejarme pisotear por nadie, si bien era tímida, cuando me enojaba "se me metía el diablo",decía mi amigo Aron. Me convertía en otra Amelia.

--- Por lo que veo tiene agallas, pero digame señorita Millers ¿Qué es capaz de hacer para que su amigo regrese a la escuela?

El ogro se acercó demasiado a mi, no estaba respetando mi espacio personal y eso me inquietaba. Su tono de voz era seductor, como si coqueteara conmigo pero en el fondo sabía que eso no era para nada así.

---¿De que habla?

¿Quería que me acostara con él?

Era inevitable que no pensara en eso.

Mis amigos siempre hablaban de sexo como sino tuvieran algo más en sus cabezas pero para ser sincera, yo también solo pensaba en eso todo el tiempo.

--- Ya me escuchó. Le propongo lo siguiente.

El demonio de ojos azules arrimó su cuerpo a una de las columnas que estaban en la cocina, tomó una manzana y la mordisqueo, yo solo me mantuve en silencio, atenta a sus palabras.

---Su amigo vuelve a estudiar pero usted limpiará mi apartamento no un mes sino dos. Tómelo o déjelo, si está de acuerdo puede empezar ahora mismo y sino puede largarse.

No dijo nada más y se marchó, dejándome totalmente aturdida.

Ahora mi agonía duraría más tiempo, no me quedaba más opción que aceptar su oferta. Sin muchos preámbulos me agache y tomé el trapo que el había lanzado al piso, esto era humillante.

¡Lo odio!

Estruje el trapo con una de mis manos, cerré los ojos imaginando que ese era el cuerpo de Lee, instintivamente sonreí.

---Como quisiera...

---¿Quisiera no estar aquí? A mi tampoco me agrada verla pero por ahora la necesito aquí, limpiando.

Abrí los ojos de golpe y lo encontré parado frente a mi, sonriendo con autosuficiencia, seguramente sintiéndose ganador, por supuesto el nunca perdía.

Distrayendo al profesor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora