Distrayendo al profesor

Anthony

Un sonido ensordecedor hizo que pegará un brinco.

¿Dónde me encontraba?

En el apartamento del maestro Lee...

Mi móvil no paraba de sonar, era mi padre el que me llamaba, decidí no contestar para acelerar el paso y marcharme de ese lugar.

Me había quedado dormida en la cama que de mi maestro. Sonreí.

Mientras viajaba en el transporte público recordaba aquel sueño loco, en donde el me pedía que no me fuera, si tan solo hubiese seguido soñando...

¿Por qué pensaba en el de esa forma?

¿Olvidas que te ha convertido en su "Esperancita"?

Maltida criada...

Volví a sonreír, pero al mirar al frente un tipo que me miraba fijamente me devolvió la sonrisa, hice una mueca y desvíe mi vista hacia la ventana.

Sabía que debía pensar en lo que mi papá iba a hacerme cuando llegará a casa pero francamente ya le había perdido el miedo hace mucho tiempo atrás.

Me quedé en la parada del bus y caminé un par de cuadras hasta llegar a mi casa. Al entrar el olor a alcohol invadió mis fosas nasales y estuve a punto de tropezar con un par de botellas de cerveza que se encontraban en la entrada, todas ellas esparcidas en el suelo. Mi papá estaba dormido en el mueble, este escenario era el de todos los días.

Tomé un vaso y me serví un poco de leche para luego subir a mi habitación, esa noche dormí pensando en Bradley, mi amor imposible.

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Hoy era un nuevo día y me encontraba de muy buen humor.

---Hola muñeca.

Brad me dio sonoro beso en la mejilla apenas me senté junto a él en el autobús escolar.

---Ho...hola.

Las piernas me temblaban.

¡Es que era tan caliente y me gustaba tanto!

---¿Me puedo recostar?

Cuestionó señalando mis temblorosas piernas.

Pasaron un par de segundos sin que yo pudiera responderle.

---Interpretare tu silencio como un si.

En mis piernas tenía la cabeza del chico más lindo que yo haya conocido en toda mi vida, y sencillamente no podía creerlo.

No podía dejar de mirarlo, lo bueno es que el miraba hacia el frente, así que no sabía que yo lo miraba tan fijamente.

---Tienes unas piernas muy cómodas Ame.

Tragué saliva con dificultad, estaba nerviosa y feliz a la vez.

---Me alegro que te sientas cómodo.

Hablé finalmente.

---Demasiado, despiertame cuando lleguemos.

Rei tras su pedido y pronto noté que en cuestión de minutos se había quedado dormido. Quería estar así con el por siempre.

(...)

La mañana de este día había empezado muy bien, siempre que compartía momentos con Brad sentía que el sol brillaba con más intensidad y que todo era maravilloso.

---La vida es bella...

Afirmé mientras caminaba por los pasillos de la escuela.

---La mia apesta cuando te veo, das asco Millers.