Estaba sentado en un lugar oscuro y gris, de repente escuché el llanto desconsolado de un bebé, seguí el camino de hacia dónde venía el sonido pero poco antes de llegar, el llanto cesaba... Yo seguía caminando y luego lo encontraba allí, completamente blanco, completamente tieso, completamente frío... Lo alzaba en mis brazos y cuando lo iba a besar su imagen se desvanecía. Luego escuché un grito desgarrador y sabía que era Miriana, me volteé para mirarla y correr hacia donde ella estaba, pero de igual manera, el grito cesó. Caminé, corrí hacia donde lo había escuchado y cuando iba a llegar al lugar... me desperté. Sudaba frío, tenía lágrimas en los ojos, sabía que la encontraría muerta, al igual que a Agostino y eso no lo podría superar.
Llevaba teniendo esta pesadilla hacia tres noches, así que sin importarme lo que podría pasar ni lo tarde que era, la llamé al celular
—Nico —contestó adormilada del otro lado—. ¿Qué sucede? ¿Por qué llamas a esta hora?
—Necesito saber si estás bien —dije con toda la sinceridad de mi alma.
—Sí, estoy bien, estaba dormida. ¿Qué te pasa?
—Nada, tengo una horrible pesadilla desde hace tres noches y me preocupa que algo no estuviera bien... ¿Sofía cómo está?
—Ella está bien también, durmiendo con sus amigas en su habitación.
—Bueno, cuídense por favor —rogué sin saber que más decirle.
—Okey... —hizo una pausa—. Hoy las chicas estuvieron viendo El Estudio.
—¿Que chicas? —pregunté aun confundido y sin entender.
—Sofy y sus amigas Azzu y Giuli —sonrió en el teléfono, lo pude sentir en el tono de su voz—. Están en los primeros capítulos pero dicen que están ansiosas de verte de galán malo. —Hacía tanto que no tenía con Miriana una conversación sin pelearnos.
—Ya veo, pero luego Sofy no parará de hacerme preguntas.
—Sí, más vale que te vayas preparando —añadió divertida.
—¿Has visto la serie con ellas? —pregunté.
—Sí, un rato —respondió y luego hizo una pausa—. Fue gratificante y refrescante.
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El amor después del dolor ©
SpiritualPuedes adquirir este libro en la versión digital para Kindle o en físico por Amazon. ***** No hay dolor más grande, ni tristeza más profunda, que aquella ocasionada por la pérdida de un hijo y Miriana, lo vivió en carne propia. Cuando él se fue, gra...