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En la mañana desperté temprano y me alisté para ir a recibir a mi pequeña princesa al aeropuerto

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En la mañana desperté temprano y me alisté para ir a recibir a mi pequeña princesa al aeropuerto. Le mandé un mensaje a Miriana que decía: «En camino, no te preocupes, el bello durmiente ha despertado a tiempo», ella contestó el mensaje con una carita sonriente.

Llegué al aeropuerto y me paré frente a la puerta de desembarque, tenía en mis brazos un enorme oso de peluche color rosado que traía en sus brazos un corazón rojo que decía «Te extraño». La vi salir con su maleta rosada, ella corrió hacia mí y yo la abracé, la levanté y la hice girar en círculos. Mi pequeña niña se estaba convirtiendo en una bella mujercita y cuanto más crecía más se parecía a su madre en sus gestos, en su forma de hablar, en sus ojos y en su sonrisa. Y aunque Miriana siempre decía que Sofy tenía mí sonrisa, yo todo lo que veía en ella era siempre a Miriana.

—¿Y cuáles son los planes? —me preguntó—. Voy a avisar a mamá que ya estoy contigo, sabes cómo se pone.

—Deja, yo le aviso —dije con la excusa de volver a escribirle a Miriana, Sofy me miró extrañada y yo solo le sonreí—. Luego iremos a almorzar a lo de la abuela ya que todos quieren verte y por la tarde, ¿qué te parece helado y cine?

—¡Suena fantástico! —exclamó animada y puse mi brazo para que ella lo tomara. Salimos del aeropuerto sonriendo, yo llevaba su valija y ella el enorme oso que le había regalado.

Llegamos hasta el auto y entró a sentarse mientras yo guardaba su valija. Me senté en el asiento del conductor y antes de arrancar tomé mi celular para enviarle un mensaje a Miriana.

«La princesa Sofía ya se encuentra conmigo, todo estará bien, la cuidaré». Ella contestó el mensaje con un simple: «Gracias por avisar y que se diviertan».

—Ya estamos —le sonreí a Sofía—. Vamos a lo de la abuela.

Manejé hasta lo de mis padres mientras hablábamos un poco sobre el viaje y sobre las actividades que tendríamos en los próximos días. Llegamos a lo de mamá y Sofía se entretuvo saludando a todos y hablando con mis padres. Almorzamos allí, deliciosa comida casera de mi madre y luego nos quedamos un rato más conversando.

El amor después del dolor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora