CAPÍTULO 5:
Cuando la familia Uzumaki se plantó frente al muro de piedra que separaba el barrio Uchiha del resto de la aldea un pensamiento cruzó fugazmente por todos ellos.
Es muy grande.
En efecto, las casas eran tantas que se perdían en la vista y eran aún más las cabezas azabaches que vagaban por la calle de un lado al otro en medio de sus respectivos deberes matutinos. Algunos de ellos se detenían a obsérvales, en especial las mujeres, pero su mirada era extraña, ni siquiera eran la usuales miradas de deseo que Minato solía recibir de joven (Antes de que Kushina dejara claro que ese alfa era suyo). No, aquellas miradas eran distintas, en especial porque se dirigían con mayor detenimiento hacia sus hijos y luego cuchicheaban entre ellas.
¿Qué acaso nunca habían visto unos niños omegas tan lindos como los suyos?
– mamá, quiero irme, esta gente es muy extraña – dijo Deidara nervioso ante todas esas miradas. Tanto así era que había empezado a moldear una masa de arcilla para intentar relajarse.
– no Dei, sería muy descortés plantar a la señora Mikoto ahora – dijo, aunque también estaba comenzando a ponerse nerviosa.
– seguro debe haber un motivo por el cual no aparece – dijo Minato tratando de alivianar el asunto.
Al final, el único que no parecía incomodo era Naruto, quien estaba más concentrado con su nuevo juguete que con lo que pasaba a su alrededor.
De repente, el alfa levantó la vista cuando un olor inusual llegó a su nariz mientras una gigantesca nube de polvo se alzaba hacia ellos.
El matrimonio Uzumaki pudo ver como un punto negro corría hacia ellos a toda velocidad, volviéndose más y más visible, hasta que Kushina pudo reconocer la figura de Mikoto Uchiha
– ¡Lo siento! – fue lo primero que gritó la matriarca Uchiha una vez se detuvo frente a la familia Uzumaki. Tomó las manos de la pelirroja y mirándola con los ojos aguados repitió mil y un disculpas por su retraso.
– No te preocupes, solo fueron unos cuantos minutos – dijo Kushina intentando calmar a la mujer, aunque en realidad llevaban media hora parados allí.
– aun así lo siento – inhaló y exhaló, recuperando la compostura que como segunda al mano de su clan debía tener – y me alegra mucho que hayan venido – su mirada se dirigió hacia los dos niños, teniendo que reprimir un chillido de felicidad al verlos, mantuvo un rostro sereno y apasible con una pequeña sonrisa – un gusto conocerlos al fin, tú debes ser Dei–kun ¿no es así?
– si señora – dijo de forma educada el niño.
– no me digas señora, es demasiado formal, puedes llamarme Mikoto, aunque preferiría que me llamaras suegra – aunque eso ultimo solo lo pensó – ¿entonces tú debes ser Naru–chan?
El niño dejó de jugar con su golem para mirar a la mujer. Se levantó del suelo y con una gran sonrisa estiró su mano hacia la mujer.
– un gusto conocerla, mi nombre es Naruto – el aura calida y sus grandes ojos azules eran más que suficiente para derretir el corazón de la pobre omega.
– el gusto también es mío Naru–chan. ¿Qué tienes ahí? – señaló la figura de arcilla que colgaba de la mano derecha del rubio.
– es un golem, mi hermano mayor lo hizo ¿¡verdad que es increíble!?
– ¿en verdad los hiciste tú, Dei–kun? – el niño se había sonrojado, dándole un aspecto tímido que solo lo hacía más adorable – es muy impresionante.
– s–si bueno y–yo... – aparte de sus familiares nunca nadie externo le había hecho un cumplido sobre sus figuras de arcilla.
Mikoto se levantó y sin esperar ni un minuto más, guio a la familia Uzumaki dentro del complejo Uchiha. Mientras caminaban les contaba un poco a cerca de la historia de su clan, el gusto por lo antiguo – algo muy notorio en las viviendas – además de la razón por el inusual gusto por el azul marino.
– bien, ya llegamos – dijo señalando una de las viviendas más grandes del complejo.
– ¿aquí es donde vives con tu familia? – preguntó Kushina mirando aquel lugar.
– oh no, solo es un pequeño lugar que arreglamos para darles más privacidad a los niños, el hogar principal es el que está allí atrás – dijo apuntando ahora a una vivienda aún más grande que estaba al cruzar la calle – bueno pasen, estoy segura de que querrán ver el interior.
Una vez dentro, la impresión fue aún mayor. El suelo y las paredes estaban completamente acolchados, había un mural con animales salvajes que parecía haber sido pintado recientemente, había muchos juguetes, todos ordenados por el tipo, desde peluches a bloques de construcción. También había una zona con armas ninja de juguete, otra con una cocina de juguete con platos y comida de plástico.
– bueno, no sabía que les gustaría a los niños así que traje un poco de todo – dijo la Uchiha con una sonrisa.
– esto es... impresionante Mikoto ¿hiciste todo esto tu sola? – la emoción de Kushina no se hizo esperar.
– no sola, las demás mujeres del clan me ayudaron – y entonces enfrascaron en una conversación bastante animada. Minato solo soltó una risa nerviosa para luego dirigirse a sus hijos, quienes habían quedado en shock, aunque por motivos diferentes.
Deidara más parecía abrumado por el entorno.
En cambio Naruto no había perdido el tiempo y en cuando Kushina lo soltó corrió hacia el montón de peluches de felpa, agarrando uno con la forma de un gato.
– ¿papá de verdad puedo jugar aquí? – preguntó Naruto embelesado por tantas posibilidades, aunque ahora estaba fijando su atención en el gran tobogán que bajaba desde el segundo piso.
Antes de que el rubio pudiese contestarle el sonido de una risa infantil los hizo centrarse en el tobogán, o más bien en el fin de este cuando un par de niños azabaches surgieron, uno con una gran sonrisa y el otro con una más pequeña pero no menos sincera.
– ¡Nii–chan! ¡Vamos otra vez! – pidió el pequeño Sasuke a su hermano con sus ojos de ónix cubiertos de estrellas, pero al notar que tenían compañía su lenguaje corporal cambió a uno más tímido.
– madre... – Mikoto reaccionó a la voz de su hijo mayor y con una sonrisa les hizo señas para que se acercaran.
Itachi tomó la mano de Sasuke y caminó con él hacia el curioso grupo. Su rostro serio hizo suponer a Minato que los estaba estudiando en caso de que fueran una amenaza, un comportamiento bastante curioso para un gennin recién graduado.
– Itachi, Sasuke, ellos son la familia Uzumaki, ya les había hablado de ellos.
El mayor miró a los dos adultos y haciendo una pequeña reverencia dijo:
– Soy Itachi Uchiha, espero que nos llevemos bien – el niño que se escondía tras él avanzó tímidamente y imitando a su hermano miró a la familia roja y amarilla para luego hacer una reverencia.
– S–Soy Sasuke Uchiha y soy un buen niño – dijo, aunque no recordaba porque su madre le había pedido que agregara lo último.
– un gusto niños, mi nombre es Minato Uzumaki y ella es mi esposa...
– ¡Kushina Uzumaki! – Interrumpió la pelirroja con una sonrisa – ellos son nuestros hijos, vamos Dei–kun, Naru–chan, preséntense – dijo mientras empujaba a ambos menores hacia adelante para que ambos pares quedaran frente a frente.
El negro y al azul chocaron por fin después de tanto tiempo. Kushina y Mikoto estaban que se mordían las uñas de lo nerviosas que estaban. Minato rezaba a kami porque nada malo pasara. Pero el tiempo parecía tan lento que era hasta asfixiante para ellos.
– ¿Nii–chan...porque la niña está tapando su ojo? – preguntó Sasuke.
– ¡¿Cómo que niña?!
Empezamos mal jajajaja
Pero aun le quedan muchas horas al día para todos los desmadres que nuestros Alfa y omega causaran.
ESTÁS LEYENDO
Cita de Juegos
FanfictionFugaku y Mikoto Uchiha son los últimos Alfa y Omega en Konoha, con dos hijos Alfa Itachi y Sasuke Uchiha, de 7 y 3 años respectivamente, el linaje ancestral esta por perderse ante la mirada impotente de ambos padres, al ver que sus hijos nunca exper...