Karen y Henry

34 4 0
                                    

-Despierta, Henry -susurró una voz conocida para el hombre. 

Henry abrió los ojos al percatarse cuenta de que se trataba de su mujer. Su esposa estaba sobre él apuntándole con un arma. Su arma. ¿Ella acaso sabía manejarla? Se sorprendió, pero se mantuvo con calma. 

El arma apuntaba directamente a su rostro, pero a través de ella la podía observar. Su mujer lloraba y temblaba encima de él con su puta pistola en las manos, y seguía pensando que no sabía manejarla, que nunca antes había sostenido alguna a pesar de que su marido era un jodido gángster. 

-Karen -dijo enarcando una ceja- ¿Qué estás haciendo? 

No contestó, solo temblaba.

-Karen, estás loca -le dijo asintiendo para si mismo. 

-Sí, estoy loca -contestó ella- tan loca como para matarnos a ambos.

Karen respiró profundamente para no echarse a llorar sonoramente. No quería eso, porque le quitaría la seguridad que tenía a pesar de estar preguntándose que coño hacía mientras temblaba. 

-Debes tranquilizarte -intentó calmarla- ¿Vale?

Pero eso no funcionó. Unas simples palabras no valían para tranquilizar a Karen. Tenía rabia, celos, tristeza... ¡Joder, quería matarlo! Llevaban un par de años casados y él le era infiel, pero, por dios, ¡Tenían una hija!

Karen vivía una vida de lo más peligrosa debido a los trabajos que Henry ejercía. Atracos, asesinatos, drogas... Era un maldito gángster, un maldito gángster infiel. 

-¿La amas? -preguntó con la voz quebradiza- ¡Responde! 

Ella podría sentir que tenía el poder en aquellos momentos, y tal vez así fue en el tiempo que estaba de aquella forma mientras Henry dormía, pero claro, una vez despierto se volvía completamente débil con lo que a él respecta.

Ella no sería capaz de disparar, ella quería seguir viendo aquellos ojos verdes, quería que solo la quisiera a ella. 

-Te amo, Karen -dijo lentamente- Sabes que te amo. 

Ella negó con lágrimas en la cara. 

-¡No! -sollozó- ¡No es verdad!

-Sh, sh -impuso silencio- ten cuidado, por favor, amor. 

Henry intentaba calmarla con sus palabras, porque sabía que causarían efecto en ella. 

Ella sabía que no se atrevería a hacerle daño nunca. ¿Como iba a disparar, si ni siquiera podía dejarlo? Por mal que se sintiera, todavía estaba enamorada de él. ¿Por qué iba a dejar ganar a aquella desgraciada que se había follado a su marido? 

-Karen -la volvió a llamar- baja el arma. Sabes que te amo, eres todo lo que quiero. 

Henry lograba hacer de ella lo que quisiera con tan solo un discurso que ya se sabía de memoria. Así había sido todo su matrimonio, y ese día no iba a ser menos. 

-Por favor, baja el arma Karen -repitió- por favor, por favor. 

Su esposa cerró los ojos y negó a la vez que soltaba un sollozo. Se daba por vencida, ¿Qué demonios estaba haciendo?

Al ver que se veía más débil que antes, Henry se reincorporó rápidamente y la empujó, haciendo que cayera al suelo mientras él quedaba encima de ella. 

Entonces se dio cuenta de que ya tenía el control físicamente, porque en su mente siempre lo tuvo.

-¿Acaso estás loca, eh? -gritó- ¿Estás loca? 

Esta vez la apuntó él con el arma, mientras que con la mano que tenía libre cogió su rostro para que dejara de moverse. 

-Ya tengo suficiente con que quieran matarme en la calle -siguió- ¿Y ahora tú? 

Ella lloraba sin cesar. 

-Perdóname...

-¿Tengo que venir a casa para esto? ¡Debería matarte!

Colocó el arma más cerca de su rostro, y él sí que sentía que tenía el poder. 

-¿Que sientes, eh? -preguntó irónicamente- ¿Que se siente, Karen?

Disparó a la mesita que había junto al lado de la cabeza de Karen, causando paralizarla del miedo.

Seguidamente se levantó dejándola tirada y salió a paso lento de la habitación, dándole una última mirada de enfado. 

-¡Perdóname! -sollozó.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 05, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Relatos llenos de dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora