Memorias de un adicto

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Golpes comenzaron a sonar a través de la puerta de esa pequeña y vieja casa. 

La mujer que se encontraba dentro, asustada, preguntó intentando sonar firme:

-¿Quién és?

Estaba segura de que quien llamaba a esa puerta era su hijo, pero aun así no pudo evitar sentirse nerviosa. 

-Mamá... -lo escuchó hablar con la voz quebrada- déjame entrar

Ella sintió el corazón palpitar deprisa, sabiendo a que venía. 

No contestó, no tenía idea de que decir. No quería abrirle la puerta. Su niño ya no era el mismo, y estaba acabando con su propia vida. 

Llevó una de sus manos al cerrojo y lo cerró deslizando la cadena lentamente, sin que él lo pudiera escuchar. Dio golpes nuevamente, pero ésta vez mas suaves. 

-Por favor, mamá... -insistió, sorbiéndose la nariz

Bajó la mano hasta el pomo de la puerta, y la abrió lentamente. El chico, cuando se percató de ello la empujó hacia adelante intentando entrar en la casa, pero la cadena se lo impidió. 

La madre se ocultaba detrás de la puerta, pero veía parte de la gran chaqueta de su hijo asomarse por ésta.

Ella seguía sin poder decir nada. Lo escuchaba sorberse la nariz sin parar, y suspirar y aspirar entrecortadamente. 

-¿Mamá? -preguntó, intentando entrar en la casa- ¿Estás ahí? ¿Mamá, eres tú? 

Ella se colocó donde la puerta estaba entreabierta, pudiendo ver a su hijo. Llevaba puesto un gorro de lana negro, dejando ver un poco de su cabello rubio. Iba con ropa ancha y negra, y parecía llevarla desde hacia días. Por su cara se podía ver que había adelgazado bastante. Sus ojos azules estaban algo rojos, al igual que debajo de estos. Se le partió el alma al ver a su hijo de esa manera...

-Si -contestó ella

El brazo del joven entró por la puerta, y lo apoyó en ésta. Llevaba unos guantes negros recortados por los dedos, pero aun así recordaba a la perfección sus delgadas manos. Tuvo que contenerse para no tocarla y sentir su tacto. 

Él, apoyó su cara en el poco espacio que había entre la puerta, y la comenzó a mover nerviosamente. Suspiró intentando no llorar y volvió a sorberse la nariz.

Sus ojos se posaron en los de ella, y pudo ver en los de su hijo dolor y tristeza. Le recordaba a cuando era pequeño, tan vulnerable como en esos instantes. 

-Hola mamá... -habló con voz temblorosa- hola, hola... 

-Hola -susurró desde su sitio. 

El joven empezó a mover su mano con ansiedad. 

-Necesito que me ayudes -dijo- necesito que me dejes dinero 

Se veía inquieto aún sin poder verlo del todo. Se movía y pasaba la mano por la nariz sucesivamente. Miraba a su madre fijamente, pero aun así tenía la vista perdida.  

-No puedo hacer eso... -dijo ella, con lagrimas en los ojos

Sabía para que quería el dinero, y por esa misma razón no podía dárselos. Ninguna madre querría que su hijo se drogara.  

-De acuerdo, escucha, necesito que me dejes algo de dinero, ¿vale? 

Ella apoyó la mano al lado de la de su hijo, queriéndolo sentir cerca. 

-Jim, no puedo ayudarte en eso -dijo, comenzando a llorar

-¿Porque no? -intentó adentrarse mas en la casa- necesito... necesito salir de la ciudad, no voy a hacer nada malo

La delgada mano de el chico fue hacia ella, la cual rápidamente retrocedió unos pasos hacia atrás. 

-Mamá, ¿puedes cogerme la mano?

Asintió sollozando y la cogió. El comenzó a acariciarle la cara aún detrás de la puerta, y ella se tapó la boca intentando no sollozar con fuerza. 

-Dame algo de dinero, por favor... -insistió, desesperado

El joven empezó a respirar entrecortadamente.

-Mamá, dame algo de dinero y deja de dar el coñazo...

Negó con la cabeza, apretando los labios para no romperse a llorar sonoramente. 

-No tengo... 

Él soltó la mano con rabia y la apretó en un puño.

-¡Mamá, dame el puto dinero por favor! -gruñó

Dio un golpe a la puerta, haciendo que ella se asustase. Cuando sacó la mano de dentro de la casa, ella intentó cerrar la puerta, pero él dio golpes abalanzándose en ésta. 

-Soy tu hijo, ¿no lo entiendes?

Finalmente logró cerrar la puerta, pero el chico siguió dando golpes e insultando.

-¡Mamá! -gritó desde fuera- ¡Mamá! Esto es terrible...

Lo escuchó atentamente, aunque le dolía como nada en el mundo.

-No sabes el daño que me estás haciendo... -sollozó él bajando la voz.

Su madre se dio cuenta de que ya no había nada que hacer. 

-Mamá, abre la puerta por favor... -suplicó el joven- haré lo que sea... seré un buen chico, seré un buen chico mamá si me dejas entrar...  

Ella no hizo mas que apoyarse en la puerta, deslizándose hasta el suelo, al igual que él. 




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Película: el diario de un rebelde / basketball diaries












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