Cyber sex • Johnny Suh

𝑪𝒉𝒊𝒄𝒂𝒈𝒐 𝒂𝒏𝒅 𝒏𝒐𝒐𝒅𝒍𝒆𝒔

¡Llevó tres días visitando cafeterías en esta estúpida ciudad!

Ok, sí, quizás fue demasiado apresurado el cambiarme de ciudad solo por un chico con el cuál tengo sexo por videollamada, es dos años mayor que yo, más caliente que el infierno y, por si fuera poco, no le conozco el rostro aparte de sus sonrisas..

En mi defensa, solo busco el polvo de mi vida.

Bueno, me encuentro en un minimarket, es hora del almuerzo y no tenía nada qué cocinar.

Y como mi vida es tan suertuda, no alcanzo el paquete de fideos instantáneos. Salté por lo menos diez veces y nada, incluso logré que se hayan ido más atrás.

Mmm... Necesito ayuda.

¡Oh!

-Eh... Amigo.- le piqué la espalda con uno de mis dedos, el chico tardó en darse la vuelta pero al hacerlo quedé en shock.

¡Jodido infierno!

Es el rostro más caliente, y tierno a la vez, que he visto.

Sus ojos te transmiten una ternura pero su sonrisa te incita a pensamientos sucios, jodida combinación.

Carraspeó.- ¿Uhm?.- Ok, quizá no es de palabras.

-¿Me puedes alcanzar un paquete de fideos?- me miraba atento, sus ojos penetraban los míos y me estaban cortando la respiración.

Asintió con la cabeza y me entregó el paquete, nuestras manos se tocaron sin querer y parece ser que para él, fue como tocar fuego. Nunca había visto a un chico alejar su mano tan rápido. Lo quedé mirando pero este solo se alejó.

Extraño.

Busqué la salsa de tomate y fui donde la cajera, aquel chico alto estaba pagando y al escuchar un 'gracias' quedé pensando.

Aquella voz me sonó familiar pero no lograba descifrar de quién era.

...

Estoy comiendo mis deliciosos fideos con salsa de tomate. Que por cierto, ¿soy la única que piensa que la salsa de tomate arregla cualquier cosa? ¿Sí? Oh bueno...

De vuelta a mi fracasada vida, estaba pensando de quién sería esa voz. Porque a ese chico, definitivamente, nunca lo había visto en mi vida.

Aunque su sonrisa me sonaba también de algún lado...

¡Oh santa mierda!

¿Y si es...? Quizás por eso me devoró con la mirada... Aunque él me hubiera dicho ¿No?

No. No lo hubiera hecho.

¡Bien hecho, Megan! ¡Tiraste por el desagüe la coartada perfecta!

De acuerdo, por lo menos ahora recordaré su rostro entre miles... Lo mismo dije de su voz.

Chicago me está volviendo loca.

Es obvio que no era él.

...

Alcancé mi móvil y marqué su número, tardó un poco en contestar pero, finalmente lo hizo.

-¿Hola? Megan, ¿qué sucede? Estoy algo ocupado ahora mismo...

Podía escuchar su respiración agitada, no quería imaginar "eso" pero es exactamente lo que hice.

-Eh, me preguntaba sí-. paré de hablar en seco, un suspiro para nada lindo salió del parlante.- ¡Johnny! ¿No puedes hablar conmigo sin que fuera en una situación sexual?

-¿De qué hablas, preciosa? Solo estoy cargando unas bolsas que son para mi madre.- por el tono de voz que usó, puedo deducir que se está burlando.- Por cierto, qué grosero de tu parte, acaba de escuchar tu queja para nada inocente.

Quise que la tierra me tragara, esa señora ahora sabía mi vida sexual. Y de paso, la de su lindo hijo.

-Ugh, solo te llamaba para saber a qué hora estás desocupado.

-¿Uh? De acuerdo... A eso de las 18:00 estaré en casa solo, aunque yo creo que sería muy temprano, personalmente yo disfruto más con la oscuridad ¿tú no?.- está acabando con mi paciencia.-

Hice silencio por cinco segundos. Avergonzada.

-¿¡No que está tu madre ahí!? No hablo eso, idiota.- suspiro frustrada.- Solo quiero una conversación normal ¿Es muy difícil?

Escuché su risa burlona.-Ok, linda. Pero espero divertirnos de igual forma.- puedo jurar que sentí que guiñó el ojo, es un maldito.

-Pff, conmigo siempre te diviertes, cariño.- quise sonar segura, dudo haberlo logrado.

-Uhm, tienes razón...- juro que puedo morir cada vez que pareciera que susurra, que hijo de puta.

-Bueno, eso es todo. ¡Adiós, idiota!

Corté la llamada.

No sé el porqué, pero me sentía más nerviosa que de costumbre.

Chicago boy, te odio.