Sentí sus labios posarse contra los míos, fue como un impacto de dos vehículos a gran velocidad. Como si hubiéramos juntado dos cables con carga contraria y simplemente hubieran estallado.
Enredé su cuello con mis brazos y suspiré cuando profundizamos el contacto.
Solamente había besado a chicas durante toda mi vida, y tal vez por eso se sentía tan nuevo, tan único.
No me agradaba hacer lo prohibido, pero parecía que a Lavi le encantaba, ya que apretó mi cintura contra su cuerpo y me fue inevitable curvear la espalda para profundizar el contacto.
Parecíamos piezas perfectas, piezas que encajaban.Pero el tiempo nunca dura para siempre y así como comenzó nos tuvimos que separar, respirando agitadamente, juntando nuestras frentes y tratando de hacernos creer que todo esto estaba bien.
-No puedo volver a casa.- susurró contra mis labios y asentí.
-Quédate aquí entonces.
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-No pretendo pedirte que regreses conmigo.- me dijo el chico cuando al fin entramos en mi habitación, cuidando de no despertar a mi madre en el transcurso. Su estancia aquí me ponía en una notable carga de sentimientos; no podía ignorar el que hace quince años la pasábamos aquí todo el día, queriéndonos y siendo felices, ¿qué había pasado con todo aquello?- por fin estaba siendo capaz moverme, llevaba años estancando en el mismo lugar Luc.- fruncí el ceño y miré mis manos, creo que sabía a qué venía esta conversación.- Quiero superarte, pero no puedo si sigues irrumpiendo constantemente en mi vida.
-No lo hago a propósito.- musité frustrado de tantos malos entendidos, tal vez poniendo todas las cartas sobre la mesa podríamos por fin dejar de esconder nuestros sentimientos y ser libres, cada uno con su vida. Yo volvería a la ciudad, me casaría, y tendría una familia. Y el haría lo que quiera con sus cosas.- mira si no quieres verme, no es necesario que vengas y me lo digas, dejaré de ir a la cafetería mientras me quedé aquí y...
-Ese no es el problema.- me interrumpió de manera grosera después de un rato.- el problema es que...- y volvió a arrugar la nariz, como siempre lo hacía cuando se guardaba algo dentro.
Ambos quedamos en silencio unos segundos, algo que nunca había pasado con nosotros dentro de esta habitación. Éramos unas personas mayores que antes pero sin duda más idiotas.
-Dilo.- musité, sin importarme ya lo que el otro pensara. Lavi por fin posó sus ojos en los míos, confundido.
-¿Qué te diga el qué?
-Arrugas la nariz cuando quieres decir algo.- eso lo hizo reír, una risa llena de recuerdos y nostalgia. No lo había visto hacerlo desde hace cinco años, por lo cual algo cálido se instaló en mi pecho.
-El verte hoy, me hizo pensar en muchas cosas.- volvió a decir.- en cosas delicadas Luc.- guardé el mayor silencio y asentí, dejándolo terminar.- no debería pero.- frunció el ceño, y yo solo quería que lo dijera de una puta vez por todas.- no me fui de esta ciudad porque tal vez esperaba que regresaras.
Nuestros ojos se golpearon, mi corazón solo me gritaba y me gritaba cosas sin sentido; pero mi cerebro simplemente trataba de razonar conmigo; solo intentando que saliera corriendo de esta habitación llena de mi mayor debilidad en este mundo.
¿A qué volviste?
Recordé la voz de mi madre cuando el chico se levantó de mi cama y caminó hasta donde yo estaba, un tanto nervioso retrocedí, haciéndome la idea de que así podría decir que intenté detener lo que estaba a punto de pasar.
-Sabía que no era buena idea que entraras.- susurré al final, cuando no había más espacio en el que pudiera retroceder y finalmente el contrario llegó hasta mí. Me sentía tan a su merced que me avergonzaba de mi mismo.
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Cinco años.
Ficção Adolescente¿Qué pasaría si por azares del destino conoces a tu alma gemela demasiado pronto? Lavi y Luc eran perfectos. Su historia de amor fue única pero también efímera, y lastimosamente su relación terminó el mismo verano en el que se conocieron. Ambos se...