—"El rubio, que al principio se negaba a aceptar que le pasaba algo con el morocho, finalmente termina enamorándose de él, y el morocho se enamora de esa chica con la que baila, sin saber que es el rubio" —dijo Lola con tono de locutora. Bárbara se reía y Agustín, que otra vez tenía su gorrito azul en la cabeza, fulminó a las dos con la mirada—. Ay, dale, Gusti, ponele onda.
—Me duele un poco la cabeza. No quiero escuchar pavadas, por favor —gruñó el rubio. Lola revoloteó los ojos.
—No puedo creer que estemos desayunando a esta hora —comentó Bárbara para cambiar de tema—. Deberíamos estar almorzando.
—Ay, sí, pero quería comer estas facturas que me encantan —dijo Lola antes de llevarse su taza de café a la boca. Los tres estaban sentados en la mesita de la cocina de su casa.
—Mmm, sí, están buenísimas —dijo Bárbara con la boca llena.
—¿Vieron que a mucha gente le encantó lo de las luces apagadas y la música lenta?
—Sí. Estaría bueno hacerlo en todas las jodas —Bárbara bajó la voz y se acercó más a sus amigos—. Yo bailé con Fer.
Lola abrió bien los ojos y cruzó una mirada con Agustín, que sonreía tontamente.
—Ayy, ella bailó con Fer... —dijo Lola.
—¡Shh!
—Está re dormido, tranqui.
—Pensé que habías dicho que ya no te gustaba —dijo el rubio con aire distraído.
—Es que no me gusta. Se los conté por contárselo, qué sé yo. Vi que estaban todos bailando así, en pareja, y nada, le pregunté si quería bailar. Pero bailamos como amigos, obvio. Porque somos amigos —aclaró Bárbara. Agustín revoloteó los ojos disimuladamente.
—Bueno, yo bailé con Ciro, pero también, en plan de amigos. Porque somos amigos —dijo Lola.
—¿Qué onda con Ciro? ¿Nunca pasó nada?
Lola arrugó la cara.
—No, no, te digo que somos amigos.
—¿Pero nunca te pareció lindo ni nada? —insistió Bárbara. Lola levantó un hombro.
—No, qué sé yo. Lo normal. No es feo. Pero tampoco es lindo. Qué sé yo. Es mi amigo.
Bárbara se rio.
—Bueno...
Fernando entró de pronto en la cocina. Bostezaba y se frotaba los ojos.
—Qué onda —sonrió apenas.
—Buen día —sonrió Bárbara.
—Buen día, gente.
—Buen día, Fer, ¿querés facturas? —preguntó Lola.
—Sí, sí, dale. ¿Qué están tomando?
—Café. ¿Querés? —preguntó Bárbara.
—Sí, dale, sírvanme un poco —dijo Fernando y se sentó al lado del rubio. Bostezó abriendo bien la boca y miró sonriente a su amigo—. ¿Qué onda, Gusti?
Agustín miró a su amigo y sonrió.
—Todo bien.
—¿Qué hace Ciro? ¿Sigue durmiendo? —preguntó Lola mientras servía café en una nueva taza.
—Sí, está muerto en el sillón —se rio Fernando. Los otros tres también se rieron—. Che, qué buena joda. El sushi estaba riquísimo.
—Sí, mal —convino Bárbara.
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Buscándote
RomanceEn una fiesta de disfraces, Mateo está lo suficientemente borracho como para besar a una "chica" pensando que es su novia. La chica, que en realidad no es una chica, resulta ser el mejor amigo de uno de sus compañeros del equipo de fútbol. Desde esa...