Al mediodía siguiente, Gabriel y Pedro se despertaron antes que Mateo (estos dos últimos seguían en la casa del castaño) y se quedaron hablando menudencias, cada uno acostado en un colchón (Gabriel estaba en su cama y Pedro estaba en un colchón inflable; el morocho se había dormido en la cama de Gabriel).
—¿Sabés qué, Peter? No te contamos. Teo ya sabe quién es la mina.
El pelirrojo se movió en su colchón.
—¿Eh? ¿Posta?
—Sí, ¿viste la gorda? La amiga del rubiecito.
—Sí.
—Bueno, parece que la gorda era la que lo llamaba a Teo —dijo Gabriel. Pedro se veía asombrado.
—Me estás jodiendo —dijo—. ¿Pero quién era la chica? ¿Lola, al final?
—No, bobo, si era una rubia. La mina es una amiga de la gorda. Teo la chapó por accidente y la gorda aprovechó para boludearlo por haber empujado al putito ese a la pileta.
—¿Eso dijo Lola?
—Sí. O sea que Teo fue boludeado por ella. Es una hija de re mil puta.
Pedro se rio.
—No puedo creerlo. Y pensar que un día yo le conté lo de la chica porque ella me preguntó qué había pasado que Teo se había peleado con Ámina. Y yo le conté. Y al final era ella.
—¿Vos sos boludo, Peter? —dijo de pronto Mateo, que por fin abrió los ojos. Al parecer hasta hace un momento tenía los ojos cerrados pero estaba despierto—. ¿A cualquiera le contabas lo de la mina?
—Ay, la puta madre, me asustaste, boludo —dijo Pedro—. No, sólo lo hablé con Lola y Bárbara porque estábamos hablando bien, qué sé yo. ¿Bárbara también participó de esto?
—Y sí, obvio —dijo Gabriel y luego miró al morocho—. ¿Estabas despierto?
Mateo se incorporó en la cama y dijo:
—Hay cosas que no me cierran. Las cartas que la mina me dejaba en Vélez, ¿quién las escribió? ¿Ella fue hasta ahí para dejármelas o Lola hizo todo? ¿Alguna de ellas es socia del club? Y lo que me escribieron, ¿es posta sobre la mina?
Pedro se rio.
—¿Por qué preguntás? —interrogó—. ¿Seguís enganchado con esa rubia, que seguís sin conocer?
—No seas pelotudo, Teo —dijo Gabriel—. No le sigás el juego a la gorda esa. ¿Qué importa si lo escribió ella o lo escribió la rubia? Capaz era todo mentira. Te estaban boludeando.
—Mal, te re descansaron —convino Pedro. Mateo miraba para abajo—. Ahora entiendo por qué Lola quiso apagar las luces en su joda, y que todos le demos los celulares.
—Nos re boludearon —dijo el castaño con bronca—, a nosotros también. Ya está, Teo, olvidate de todo. Caímos en una tremenda joda. No los tenemos que invitar más a esos.
—Pará, ¿Gusti también participó?
—Seguramente —dijo Gabriel.
—No, él no —aseguró Mateo. El castaño frunció el ceño.
—¿Y vos qué sabés, boludo? ¿Le vas a creer a él? Son todos parte de la misma mierda. Por una jodita de mierda como fue lo de la pileta, ellos nos tomaron el pelo por más de un mes. Tendríamos que vengarnos aún más.
Pedro se rio.
—¿Cuántos años tenés, Gabo? —dijo—. No es por nada, yo no puedo decir nada ahora porque también me copó la idea en su momento, pero tirarlo a la pileta... fue mucho. Ni lo conocíamos.
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Buscándote
RomanceEn una fiesta de disfraces, Mateo está lo suficientemente borracho como para besar a una "chica" pensando que es su novia. La chica, que en realidad no es una chica, resulta ser el mejor amigo de uno de sus compañeros del equipo de fútbol. Desde esa...