Cuando todos los invitados se fueron de la casa de Pedro, él, sus dos amigos y sus novias se quedaron. Pedro fue a buscar un colchón en desuso y otro inflable, y las tres parejas durmieron por separado después de comentar diversos episodios de la joda. Hacia el mediodía, las chicas se fueron juntas y sus novios por fin pudieron hablar de determinados temas para los que necesitaban estar a solas.
—Sigo sin creer que te comés a la gorda —comentó Gabriel mientras se frotaba los ojos. El pelirrojo soltó una carcajada.
—¡No me la comí a ella! —insistió el morocho, que estaba acostado en el colchón inflable. El dueño de la casa estaba, por supuesto, en su cama (a mayor altura que los otros dos, que estaban en el piso), y el castaño estaba tirado en el otro colchón.
—Teo, acordate que ella también tenía el disfraz de policía —dijo Pedro.
—Es verdad —asintió Gabriel—. Mirá, es fácil: estabas tan en pedo que pensaste que era flaca y rubia. Bueno, tenías que estar drogado, más o menos.
—¡No, chabón! —exclamó Mateo—. No estaba tan en pedo. Me acuerdo perfectamente de que era flaca y rubia. ¿Qué parte no entienden de que la besé porque pensé que era Ámina? No pude haber confundido a Ámina con...
—La gorda esa —completó Gabriel.
—Sí.
—Pero entonces no entiendo por qué estabas bailando con ella —dijo Pedro.
—Yo tampoco. Dijo que yo no era Ciro. Como que ella estaba bailando con Ciro —dijo Mateo.
—¿Y cómo terminó con vos?
—No sé. En la oscuridad...
El morocho se interrumpió. Sus amigos cruzaron una mirada entre sí.
—¿Y qué pasó con la mina? —preguntó el pelirrojo después—. Corte, ¿bailaste con ella? ¿Te la comiste?
Mateo sonrió tontamente, con la mirada perdida.
—Sí —contestó.
—Uy, estás hasta las manos, amigo.
El castaño se rio.
—De alguien que ni conoce —dijo—. Yo les dije, debe ser una bagarto.
—Callate, boludo —dijo Mateo. Luego suspiró—. Posta quiero saber quién es. O sea, no sé, creo que me copa un poco esto del misterio, de vernos cada finde, bailar y chapar en la oscuridad. Pero quiero saber quién es. Cómo se llama, cómo es su cara.
—Bueno, podemos probar el finde que viene de nuevo —dijo el pelirrojo—. Hay que ver quién pone casa y ver si podemos prender las luces de nuevo o algo así. Pero no sé.
—Pero, Teo, ¿vos todavía no la reconociste entre las chicas que vienen a las jodas? Anoche, por ejemplo, ¿no la viste? —preguntó Gabriel.
—¿Qué parte no entendés de que no sé cómo es la cara? —contestó Mateo.
—Bueno, ya sé, pero capaz viéndole la cara la reconocés, o algo.
—No, boludo.
Los tres se quedaron un momento en silencio hasta que Gabriel volvió a hablar.
—¿Y el número? ¿No hay alguna forma de rastrear el teléfono o algo?
—Pero llama por número privado, no hay número para rastrear —contestó Pedro.
—Uy, che...
—Igualmente después me voy a poner a buscar en Internet a ver si hay alguna forma o algo.
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Buscándote
RomanceEn una fiesta de disfraces, Mateo está lo suficientemente borracho como para besar a una "chica" pensando que es su novia. La chica, que en realidad no es una chica, resulta ser el mejor amigo de uno de sus compañeros del equipo de fútbol. Desde esa...