Capítulo 7 - Desencuentro

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Regresé a casa antes de que la ciudad despertase. Subí las escaleras y entré a través de la ventana, de la misma manera en la que había salido. Ginger seguía durmiendo sobre mi cama.

—Ginger, es hora de despertar. La señora Brown se despertará pronto y te echará en falta —susurré con cuidado de no despertar a mis padres mientras acariciaba al felino y lo intentaba mover de mi cama. Había comprobado que su sueño era bastante ligero justo antes de despertar y algunas veces escuchaban cuando llegaba del trabajo.

Pese a mi insistencia Ginger había decidido no moverse y tuve que tumbarme con cuidado de no despertarle. Dejé la ventana abierta por si decidía salir mientras dormía.

Todavía seguía desconcertado por todo lo que había pasado. Había viajado a través de un portal a otra dimensión con un desconocido tan parecido a mí en aspecto que parecía un conocido. Casi me había quedado atrapado allí por su culpa, pero finalmente habíamos conseguido regresar. Matt era un loco, pero tenía motivos de peso para serlo. Y yo tenía más dudas aún de las que tenía tras mi primera visita.

Saqué el móvil del bolsillo y busqué en la agenda de contactos. La búsqueda fue corta pues esperaba encontrarlo bajo el nombre que había puesto.

"¿Puedes quedar mañana? Quiero preguntarte algunas cosas."

Dejé el teléfono en la mesilla de mi cuarto, era demasiado tarde para que me contestara. Poco a poco fui durmiéndome mientras infinidad de preguntas avasallaban mi mente.

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—Nate, despierta, tienes que ir a clase —Mi padre gritaba desde detrás de la puerta mientras daba ligeros golpes en ella.

Abrí los ojos. Ginger ya no estaba en mi almohada, debía haber regresado a casa. Miré el móvil para comprobar que había dormido solo un par de horas.

—¿Puedo quedarme en casa hoy? —pregunté sin moverme aún de la cama.

—Tienes que ir a clase. ¿Has mirado por la ventana? ¡Hace un día perfecto para salir de casa! —aseguraba mi padre. Para mis padres cualquier día era perfecto para salir de casa, incluso aquellos días en los que la lluvia no cesaba.

Me levanté de la cama con muy pocas ganas. Me duché lo más rápido posible y bajé a desayunar.

—Buenos días cariño, he dejado la comida preparada y he hecho unas magdalenas para desayunar —mi madre acercó una bandeja con al menos una docena.

Olían tan bien que me comí dos y guardé otra para más tarde. Todavía tenía tiempo así que cuando terminé descansé en el salón. No había preparado la mochila pero tampoco tenía demasiadas ganas, así que decidí llevar lo mismo que el día anterior, sin dedicarle más esfuerzos de los necesarios.

Cuando llegó la hora de salir fui hasta la escuela. Llegué tan apurado de tiempo que no tuve tiempo de ver a Gretchen antes de comenzar las clases, pero nos buscamos con la mirada y decidimos vernos en el recreo para hablar de todo.

Pasé gran parte de la mañana inmerso en mis pensamientos, que eran mucho más interesantes que las lecciones que estaban enseñándonos. Cuando el timbre anunció el recreo esperé en mi asiento a que Gretchen llegase.

—Ya sabes, ¡necesito que me lo cuentes todo! —exigía mientras tiraba de mi brazo para que fuésemos a un lugar más discreto.

—No hay mucho que contar —negué con la cabeza mientras pronunciaba esas palabras—. Dylan es aún peor en persona de lo que podría haber imaginado.

—Eso es imposible. Dylan es la persona más deseada por la gente de nuestra edad y estoy segura de que es un encanto. Incluso las chicas se fijarían en él sin dudarlo un segundo.

Dimensión 0 || [En Curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora