Me gustaba pasar los fines de semana despierta desde temprano, pero quedarme bajo las sábanas hasta que fuese tarde, durante ese tiempo solía pasar el rato con Maggy y Sue de vez en cuando, incluso las había invitado a casa un par de veces.
- Tu papá asusta -Confesó Maggy en mi habitación
-Lo siento... Él es bastante serio -La misma excusa de siempre
Ya se acercaba el invierno y eso traía la lluvia cada vez con más fuerza, no había nada mejor que preder la estufa en un día frío y lluvioso, incluso hacía que me diesen ganas de estudiar
Y fue justo un día como esos en el que me había comprometido a estudiar con Rin, debido a la influencia de mi padre siempre se me había facilitado la historia, pues el era profesor de dicha asignatura y parte de los planes para mantener un brillante curriculum (según lo que me habían informado) era que Rin tuviera notas considerablemente buenas en todas las asignaturas, y justo mi especialidad no era su fuerte, por eso me encontraba de pie frente a su residencia en Australia.
- ¡Yuna! Bienvenida, pasa-Lori me recibió con la misma amabilidad de siempre.
Mi padre y Rusell seguían charlando amenamente en la entrada hasta cuando entramos, Rin no aparecía.
- Rin aún está cambiándose de ropa, pero puedes esperarlo en la sala por mientras
- Muchas gracias -Dije mientras me quitaba la bufanda
- Puedes darme tu abrigo, lo pondré en el colgador -Sonrió calidamente como siempre
Había sido en ese año que comencé a perder aún más peso de forma muy extraña, hasta los doce años yo siempre había tenido una contextura normal (incluso con unos par de kilos demás), pero cuando mi madre enfermó simplemente perdí el apetito por meses, me sentía tan triste que pese a cocinar para mi familia mi apetito parecía haber desaparecido, y aunque con el tiempo parecía haber vuelto mi estómago en cierta forma ya se había reducido, incluso intentando arreglarlo parecía que nada pasara realmente, por momentos tuve mucho miedo de que el cáncer también me estuviera atacando a mi, entonces le pedí en secreto a Nami que me acompañase a un chequeo, pese a que todo el resto en mi estado físico parecía estar bien, pasar de cincuenta y seis a cuarenta y cinco kilos en poco menos de un año había sido realmente un desastre.
- Yuna, todos afrontan un duelo de forma distinta -El médico parecía en cierta forma parecía sentir lástima
- Quiero saber si me estoy enfermando -Me mostré fría ante él
- Estás completamente sana según los exámenes que te he hecho, pero me temo que quizás tu mente no está del todo tranquila
Claramente fue menos problemático decirle a papá que debía acudir a un psicólogo, que haber recibido noticias sobre una enfermedad fatalista. Él dijo que lo sabía, pero que tenía la esperanza de que fuera algo con lo que pudiera lidiar internamente, y aunque estuve un par de meses en tratamiento preferí guardar ese duelo en mi; Nunca hubo incomodidad entre la doctora Lowe y yo, incluso la sala en la que nos veíamos era bastante acogedora, ella me había contado que incluso las personas como yo a veces necesitan un hombro en el cual recargarse, y que ser reservada no quería decir que a veces no pudiera dejarlo salir. Aunque me costó entenderlo ponerlo en práctica me hacía sentir en calma... Como si las personas en las que realmente podía confiar me hicieran sentir a salvo, y aunque no logré subir de peso deje de sentir que debía cambiarme a mi misma, sin embargo...
- Yuna -Lori se asombró cuando me quité el abrigo
Como un milagro, ese día había dejado de lado mis sweaters y había decidido usar una camiseta gruesa con cuello tortuga, esta era ciertamente más ajustada que todo lo que solía usar, y aunque llevase un pantalón holgado mi figura se distinguía a la perfección
