Rara.
Así es como me sentía cuando estaba con Alex. La tranquilidad y el nerviosismo se mezclaban en mi cuerpo, creando una sensación totalmente nueva para mí.
Después de haber estado hablando con él durante dos horas, mi hermano se dignó a llamarme.
Realmente quería matar a Max.
Desapareció de mi vista cuando más le necesitaba, y justo en ese momento, cuando estaba segura y sentía que por fin había encontrado a alguien con quien hablar amistosamente, me llamaba “preocupado”, pidiendo que volviera a casa.
Maldito Max.
- ¿Ocurre algo? - Alex debió de notar el mal humor en mi tono de voz, y en cuanto hube colgado, no tardó ni un segundo en preguntar.
- Nada grave, tranquilo. Es solo que tengo que volver ya a mi casa, mi hermano está preocupado por mí. - Me levanté de la silla y tras despedirme de Alex con la mano, salí de la cafetería.
Hacía frío y los tacones, puestos de nuevo en mis pies, me estaban matando. A ese paso llegaría a mi casa descalza.
Empecé a caminar por la calle, pensando en todo el tiempo que tardaría en llegar a mi casa. Con un poco de suerte, puede que pudiera tardar una semana. Eso si no me perdía por el camino.
Tonta, tonta y tonta.
Eso es lo que era.
¿Por qué no le pedí a Alex que me acercara a mi casa? Tal vez el tuviera coche y podría haberme llevado.
Vuelve con él, lo estas deseando.
No. No podía.
Seguramente pensaría que era idiota o que quería llamar su atención.
¿En qué piensas Annabeth? Claro que quieres llamar su atención.
¡Cállate! - le grité mentalmente a la irritante voz de mi cabeza.
- ¡Espera! ¡Annabeth!
Gritos desesperados me sacaron de mis pensamientos.
Me giré, encontrándome con un Álex frustrado y fatigado, seguramente por haber venido corriendo.
Que adorable.
- ¿Necesitas que te lleve?
¿Y ahora que decía?
Claro que necesitaba que me llevara. Pero, ¿debía decirle que si a la primera? ¿No sonaría desesperado?
Un momento, ¿por qué me preocupaba por esas cosas?
Alex ni siquiera me gustaba, y yo a él, claramente, tampoco.
Si tú lo dices…
Solo era un buen amigo intentando hacerle un favor a otra amiga.
Porque… ¿éramos amigos…verdad?
De momento.
- ¡Argh cállate ya!
- Eeeeh… perdón, pensaba que necesitabas… ya sabes… que te llevara…
Por favor Dios, dime que era todo un mal sueño y que no acababa de decir eso en voz alta.
Eres idiota Annabeth, no sé cómo podemos sobrevivir las dos en la misma cabeza…
¡Somos la misma persona! - volví a hablar para mí misma.
Por desgracia…
- Lo siento Alex, no quería gritarte. ¿Qué decías?
- Te estaba preguntando si querías que te llevara a tu casa.
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Querida Annabeth
ספרות נוערAnnabeth siempre se ha sentido como una secundona frente a Max, su hermano mellizo. Todo lo que ella hacía acababa en desastre, mientras que a él todo le salía perfecto. Con la única persona con la que se sentía especial era con su abuela Rose, que...