8. La sexta carta.

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Rara.

Así es como me sentía cuando estaba con Alex. La tranquilidad y el nerviosismo se mezclaban en mi cuerpo, creando una sensación totalmente nueva para mí.

Después de haber estado hablando con él durante dos horas, mi hermano se dignó a llamarme.

Realmente quería matar a Max.

Desapareció de mi vista cuando más le necesitaba, y justo en ese momento, cuando estaba segura y sentía que por fin había encontrado a alguien con quien hablar amistosamente, me llamaba “preocupado”, pidiendo que volviera a casa.

Maldito Max.

  - ¿Ocurre algo?  -  Alex debió de notar el mal humor en mi tono de voz, y en cuanto hube colgado, no tardó ni un segundo en preguntar.

-  Nada grave, tranquilo. Es solo que tengo que volver ya a mi casa, mi hermano está preocupado por mí. - Me levanté de la silla y tras despedirme de Alex con la mano,  salí de la cafetería.

Hacía frío y los tacones, puestos de nuevo en mis pies, me estaban matando. A ese paso llegaría a mi casa descalza.

Empecé a caminar por la calle, pensando en todo el tiempo que tardaría en llegar a mi casa. Con un poco de suerte, puede que pudiera tardar una semana. Eso si no me perdía por el camino.

Tonta, tonta y tonta.

Eso es lo que era.

¿Por qué no le pedí a Alex que me acercara a mi casa? Tal vez el tuviera coche y podría haberme llevado.

Vuelve con él, lo estas deseando.

No. No podía.

Seguramente pensaría que era idiota o que quería llamar su atención.

¿En qué piensas Annabeth? Claro que quieres llamar su atención.

¡Cállate!  -  le grité mentalmente a la irritante voz de mi cabeza.

-   ¡Espera! ¡Annabeth!

Gritos desesperados me sacaron de mis pensamientos.

Me giré, encontrándome con un Álex frustrado y fatigado, seguramente por haber venido corriendo.

Que adorable.

-   ¿Necesitas que te lleve?  

¿Y ahora que decía?

Claro que necesitaba que me llevara. Pero, ¿debía decirle que si a la primera? ¿No sonaría desesperado?

Un momento, ¿por qué me preocupaba por esas cosas?

Alex ni siquiera me gustaba, y yo a él, claramente, tampoco.

Si tú lo dices…

Solo era un buen amigo intentando hacerle un favor a otra amiga.

Porque… ¿éramos amigos…verdad?

De momento.

-  ¡Argh cállate ya!

-  Eeeeh… perdón, pensaba que necesitabas… ya sabes… que te llevara…

Por favor Dios, dime que era todo un mal sueño y que no acababa de decir eso en voz alta.

Eres idiota Annabeth, no sé cómo podemos sobrevivir las dos en la misma cabeza…

¡Somos la misma persona!  -  volví a hablar para mí misma.

Por desgracia…

-  Lo siento Alex, no quería gritarte. ¿Qué decías?

-  Te estaba preguntando si querías que te llevara a tu casa.

Querida AnnabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora