Complicidad.

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Después de escapar del hospital, si así se le podía llamar al hecho de que Steve salió caminando tranquilamente hacia la cafetería enfrente del hospital. La cual, si mal no recordaba era la misma que Clint le había recomendado.

-No deberíamos ir a un lugar más lejos, esto está enfrente del hospital. - Steve separó una silla ofreciéndosela antes de tomar una para sí mismo, en una mesa junto a las ventanas que daban a la calle.

-Lo sé, esperaremos a que el imbécil ese salga...

-Espera ¿qué? Sabes que deje inconsciente a ese tipo. Puede demandarme por agresión– Él no reconocía a este hombre. - Además no sabemos cuánto tarde en despertar.

-No seas gallina ¿Que alfa demandaría a un omega por agresión? es más fácil que me demande a mí. – Sonrió, había pasado mucho tiempo desde que se había agarrado a golpes con alguien y aun podía sentirse excitado por ello.

– Es por lo que dijo de tu hermana. - Supo que había elegido mal sus palabras, cuando Steve lo observo furioso. – No sabía que tenías una hermana solo es eso.

-Ahora lo sabes. Escucharas de nosotros si te quedas lo suficiente. – Se sirvió un vaso de agua, de la jarra de cortesía en la mesa y lo bebió. - Pero ahora solo soy yo. - tragó el nudo en su garganta.

- ¿Quieres contarme de ella? ¿Cómo es? ¿Alfa u Omega? – se sentía curioso, dos Rogers. No podía ni imaginarlo.

-Gemelos Alfas, y quiero hablar de ello tanto como tú quieres hablar de tus recuerdos. – Contrarresto la palabrería que tenía Tony, probablemente nunca lo había escuchado hablar tanto, ni tan relajadamente.

-Touché. Bien entonces vámonos, no esperaremos a nadie para golpearlo. – intentó levantarse de la mesa, pero la fuerte mano de Steve lo sostuvo.

-Ya que estamos aquí no quieres comer algo. – Por un segundo aparto su mente de la furia, recordando a Tony rompiendo el florero en la cabeza del tipo y sonrió soltando el brazo de este. – ¿Que estabas pensando cuando rompiste el florero en su cabeza? Tu cara de terror fue cómica.

-No sé, entre en pánico. No te burles. – De solo acordarse le temblaban las piernas y le dolía el estómago. – ¿Que voy a hacer si me lo encuentro de nuevo? ¡Dios! ¿Por qué soy tan estúpido?

-Nada, dejaras que yo me encargue. Ese es el motivo por el cual no quiero que estés solo. – Rompería cada uno de sus dedos, antes de que le tocara un solo cabello a Tony. - Comamos, los almuerzos de aquí son maravillosos. - Buscó a la mesera y la llamo.

-No es muy temprano para almorzar. – Ellos por lo regular almorzaban a media mañana.

-Tal vez para ti, yo quemare todo eso en cuanto volvamos al rancho. – sonrió, justo en el momento en el cual una cálida mano se posaba sobre su hombro.

-Hola Steve es un milagro verte por aquí. - Sonrió la bonita mesera.

-Hola Sharon, ya sabes cómo son las cosas en el rancho, no te tomas ni cinco minutos para respirar cuando algo está roto, no funciona o algún animal hizo de las suyas. – Sonrió. – Mira te presento a Tony, Tony te presento a Sharon Carter. Ella es nieta del rancho vecino.

-Hola un gusto. - Alzó los dedos en reconocimiento. Pero por la expresión agria en la cara de la chica, él no le agradaba. Aparte que el dulce olor que emanaba de ella, delataba su interés en Steve.

-Hola. Deberías tomarte un respiro y visitarnos más seguido. Y bien ¿Qué vas a querer que te sirva? - sonrió. Así que ese era el dichoso omega de Steve. Nada especial, pero casi todo el pueblo hablaba de él, hasta su tía Peggy había dicho que era lindo.

Renuente AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora