La reticencia y Sus Secretos.

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-Hola cielito, ¿Qué haces aquí tan solo?

-Necesitas algo de compañía...

-Tienes un agradable olor, es un desperdicio que estos dos no puedan apreciarlo. - Sonrió el alfa, ante el nerviosismo del omega, refiriéndose a sus otros dos acompañantes Beta.

-Espero a alguien de verdad no quiero problemas. - Arnie sonrió amablemente y dio un par de pasos intentando cruzar la calle, solo tenía que mantener un perfil bajo hasta que los hermanos Rogers llegarán.

-¿A dónde crees que vas cariño? Aun no termino de hablar...

-Lo siento, pero espero a alguien y no quiero problemas, déjame ir. – Podía sentir las desagradables feromonas del alfa picando en su nariz, mientras este lo sostenía con fuerza del brazo.

-Ven se amable vamos a conversar un poco. - Tiró del omega con facilidad haciendo uso de sus feromonas alfa.

-Suéltame... - Completamente en pánico, al ver como aquel alfa comenzaba a meter la mano por la parte trasera de su pantalón, Arnie cometió el peor error de su vida. – Déjame ir.... - Forcejeó - Los Rogers están por llegar y tendrás muchos problemas, no lo valgo... - ¡¡¡Paf!!! El dolor se extendió por todo su rostro, sus ojos se llenaron de lágrimas y su cabeza daba vueltas ante la enérgica cachetada que había recibido.

- ¿Crees que los Rogers me dan miedo? – Azotó al joven omega contra la pared de uno de los edificios al lado del callejón. - ¿Por qué lo harían? Solo son un par de niños mimados. – Volvió a azotar el pequeño cuerpo contra la pared, esta vez liberando sus feromonas con la intención de someter al joven omega mientras le abría los pantalones.

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-Para... para Steph ¿Ese es Arnie? – Steve achico los ojos intentando distinguir entre la obscuridad el pequeño cuerpo que forcejaba con otros tres. Al final de cuentas no importaba quien fuera, necesitaban ayuda, así que abrió la puerta de la vieja camioneta y saltó de ella sin esperar que se detuviera.

-Oye que mierda Steve, espera. – ¿Que pasaba con su hermano? Aparcó la camioneta y le siguió. Cuando el familiar aroma de Arnie, su omega de casi un año, alcanzó su nariz. En ese instante, también lo vio ser azotado contra la pared con fuerza y a Steve correr hacia él, que ahora yacía desplomado en el suelo.

- Steph, no responde y está sangrando demasiado. – Palmeó las mejillas empapadas en lágrimas un par de veces y no obtuvo respuesta, busco su pulso y trato de escuchar su respiración, hasta que un cuerpo cayó cerca de él y vio a su hermana forcejear con otros dos tipos, maldiciendo.

-Así que la pequeña mierda es la puta de los Rogers, con razón se sentía tan engrandecido. - Sonrió el alfa. - Veamos qué tan dura eres cariño. – Murmuró levantándose del suelo con una risa burlona. Todos sabían que de los hermanos Rogers, la chica era de temer y siempre hubo una apuesta silenciosa entre los alfas del pueblo por quien sería capaz de someterla tal vez esta era su oportunidad. Empujó sus feromonas sobre la joven rubia esperando abrumarla, les mostraría a todos que tan común y corriente era esa perra.

-Eres tan patético ¿En realidad crees que con esas feromonas mediocres vas a amedrentarme hijo de puta? Diles a tus perros que me suelten y entonces tendremos una conversación muy diferente. – Steph gruñó, expulsando fuera toda su rabia en forma de la pesada y amenazante nebulosa de sus propia esencia.

- ¿Qué mierda? - No podía respirar, por más que intentaba inhalar aire fresco, más intoxicado se sentía. - ... Malditos Rogers. – Haciendo un esfuerzo extra, sacó una navaja de la funda en sus cinturón e intentó abalanzarse contra la engreída alfa. – Voy a matarte mujer.

Renuente AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora