Capítulo 8: Plática de Nat y Abel en el abismo del Infierno (I)

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El auto se detuvo en un viejo mirador, Nat apagó el motor y Abel salió con una botella de vodka junto con un envase de jugo.
Por su parte, Nat bajó los cigarrillos, también un par de vasos y una pequeña bolsa de hielo cortesía de la tienda de paso en la que compraron todo.
Luego sacó una toalla de su equipaje y ambos se acostaron en el suelo; mirando el cielo estrellado.
Pasaron varios minutos en silencio mientras bebían y la radio emitía varias canciones al azar.
Finalmente, luego de tomar más de media botella, ambos estaban más entonados.

—No entiendo qué haces en éste campamento —comentó Nat encendiendo un cigarrillo—. No me digas que es por esa mujer...

—Así es... —respondió Abel dando un sorbo a su trago— ¿Y tú?

   —Pues intenté tener una "relación" con un chico —dijo ella—, pero fue todo un asco. Me aburría muchísimo...

   —¿Por qué! —preguntó Abel.

   —No lo entenderías... —respondió Nat dando una larga calada.

   —Explícame...

   —A veces es mejor quedarte sola para darte cuenta de lo que quieres.

   —...

   —Me refiero a que no siempre necesitas a un chico alto, fuerte y guapo para satisfacerte. En lo sexual es lindo, pero a veces ni eso se disfruta...

—Me sorprende que una mujer haya dicho eso.

—¿Qué tiene eso?

—Por lo regular, las mujeres casi nunca dirían eso. Al menos, no las adolescentes...

—¿Quieres decir que somos estúpidas?

—La estupidez no discrimina género, religión, piel o edad. Todos pueden llegar a ser tan estúpidos...

—¿Incluso tú?

—Todos.

Nat dio otra calada y lo miró; tan pensativo. Incluso él no llegaba a apreciar la verdadera belleza que se escondía detrás de su rostro.
No se vendería con ese cuento de que el físico y lo interior te pueden llegar a enamorar de la misma manera, pero en Abel existía algo que a veces uno debía ver con más calma.
Claro que, cualquier persona, debe ser vista con calma para saber cualquier secreto que se pueda esconder en el brillo de sus ojos, las curvas de su rostro y la calidez de su sonrisa. Pero había chicos y chicas que escondían más cosas, algo que sólo podía apreciarse en el silencio, en la calma y mirada que estos tenían.
Cualquier psicólogo diría que eso era ver el comportamiento de un individuo para llegar a un resultado acerca de su condición mental y emocional.
¿Pero eso tenía algo que ver?, claro que sí. Tenía bastante que ver.
¿Pero eso le importaba a un adolescente de 17 años con ganas de tener sexo en la parte trasera de su auto con un chico que conoció en una fiesta casera y que la rechazó por otra adolescente que era peor que ella según la misma adolescente?, no.

   —¿Y cómo te va con ella? —preguntó Nat dándole una calada a su cigarrillo.

   —Bueno... —susurró Abel dando un largo trago al vodka— Supongo que hemos tenido mejores días.

   —¿Y puedo preguntar por qué dices eso? —volvió a preguntar Nat con el cigarrillo entre sus dedos.

   —No sé... —respondió Abel con un tono melancólico notable.

   Nat apagó la colilla en una pequeña cajita que tenía en su chaqueta y luego la guardó elegantemente.

   —Te conozco bien... —le dijo Nat sirviéndose un vaso de vodka— Creo que te conozco mejor que tu noviecita, y eso que yo no te estoy cogiendo. Aún así, te conozco lo suficiente para decir que estás muy molesto y esa molestia te causa tristeza porque algo pasó entre tú y ella. ¿Ya te fue infiel?, no me sorprendería si esa perra te es infiel.

   —No le digas así —contestó Abel encendiendo un cigarrillo—, pero creo que sí...

   —¿Te fue infiel?

   —La encontré arriba de mi mejor amigo en la cabaña.

   —¿Desnuda?

   —No sé, me fui antes de darme cuenta y...

   —Me encontré a su ex.

   —¿Qué? ¿Joel?

   —Sí...

   —Sabía que ese idiota aún la desea, por eso te dije que ella no es para ti.

   —Te está buscando a ti.

   Nat se mantuvo en silencio mientras la música seguía sonando.

—¿Vas a quedarte todo el campamento? —preguntó Abel.

—No sé, depende... —respondió Nat.

—¿De qué?

—¿Te gustaría que me quede?

Abel miró las estrellas y luego a ella.

—Claro... —respondió.

Éxtasis VersátilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora