Mi príncipe~

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Antes de empezar debo decir que este one shot es MUY LARGO y no tiene Lemmon, aún así espero que os guste, pero entenderé si no queréis leerlo por ser muy largo
Y hay una pregunta importante al final, os conviene verla.

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Hace tiempo indefinido, en un lugar ni tan cercano ni tan lejano, en una gran casa que no llegaba a ser una mansión, había un chico de cabello peculiar al que una mujer le recriminaba y reprochaba por no hacer, según ella, bien su mandado, aunque no fuese cierto, y a unos pasos de la mujer se encontraba una chica pelirroja de ojos azules con una sonrisa divertida viendo como regañaban a su hermano por una tontería sin importancia.

–¡Te he ordenado ya miles de veces que te deshagas de esas alimañas!– gritaba histérica la mujer señalando acusatoria a dos pequeños gatitos que se escondían tras el pelimorado por miedo.

–Pe-pero no puedo hacer eso.– intentaba razonar con ella con una voz temblorosa y susurrante– N-no tienen donde ir, si los abandono po-podrían morir.

–¡No me importa! ¡Ahora mismo te desharás de esas cosas y como castigo limpiaras la maldita casa de arriba a abajo, ¿entendido?!

–S-si.– respondió con voz apagada casi inaudible pero sin querer soltar lagrimas, ya no podía hacer nada, esa mujer no descansaría hasta tener lo que quisiera.

Al marcharse la más mayor solo quedaron ambos hermanos.

–Oh, pobre.- decía con voz burlona la chica– Parece que no te a salido bien esta vez.– el chico la miraba con resentimiento, sabía que ella le contó a su madre sobre los gatitos.

Después de reírse con saña se marchó por el mismo lado que la mujer dejando al pobre chico en el mismo sitio con lágrimas en los ojos. Al ya desaparecer de su vista se echó al suelo a sollozar en silencio, los felinos salieron de su escondite para restregarse en sus manos y maullar con la esperanza de que el llanto parase, pero no funcionaba. Solo hacia que el chico se lamentara aún más de que descubrieran que había traído otro animal abandonado que no podía dejar a su suerte, su noble corazón se lo impedía por todos los medios, a pesar de las consecuencias.

–Lo siento mucho pequeños.– hablaba entre sollozos– Creo que ya no podéis quedaros aquí.

Esa misma tarde el chico de cabello morado salia de su casa con la cabeza gacha, con dos pequeños mininos en sus brazos y con su frágil corazón lleno de pena.

Al mismo tiempo, no tan lejos de allí, otro joven moreno de cabellos peculiares salía a escondidas de su palacio en dirección a una parte apartada de la aldea que gobernaba y quería. No iba a otro lugar que a la casa de las dos adivinas/hechiceras de las que tanto se hablaba, esperando que pudiesen resolver su problema como último recurso. Atravesado ya el largo y tedioso camino del que su caballo se encargó de llevarlo, se encontró con una casa de aspecto muy humilde con sus paredes de madera medio carcomidas. Al entrar con cautela y un cierto toque de miedo, se vio de pronto que la puerta se cerró de golpe a sus espaldas. Al adentrarse por fin pudo divisar a ambas mujeres. Lo raro fue que la de pelo largo se columpiaba de la lampara y la otra de cabello corto la miraba con gracia. Después de quince largos minutos en los que intentaba controlarlas pudo hablar con ellas.

–Sabemos porqué bienes, príncipe.– hablaba la que parecía menos loca– Y podemos ayudarle.

–¿Enserio?– por una vez las cosas salían bien, más o menos.

–¡Claro que si!– la otra hermana salia detrás de él asustándole de paso– Pero no hacemos nada graaatiiis jujuju.

–Cierto, todo tiene precio. ¿Aceptas pagarlo?– el tono tenebroso que usó le puso algo nervioso.

⁺˚*・༓☾One-shots BxB☽༓・*˚⁺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora