Capítulo 1. Preparativos y viaje

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Tatiana se encontraba preparando su equipaje mientras de fondo sonaba una de sus canciones favoritas.

Tenía tantas ganas de hacer ese viaje y hacía tanto que no tenía tiempo para disfrutar de sí misma.

Estaba a punto de regresar a ese país que tanto le fascinaba, para ello llevaba años ahorrando por lo que se encontraba realmente eufórica.

Lo necesitaba, necesitaba salir de allí y volver a sentirse libre ya que el trabajo y su vida personal no se lo permitían últimamente.

"Qué ganas" pensó mientras cerraba la maleta llena hasta los topes.
Solo le faltaba revisar toda la documentación en su equipaje de mano y tendría todo preparado.

–¡Perfecto, ya está todo! –se dijo a sí misma sonriendo de lado a lado. En unas horas su aventura volvería a comenzar y estaba que no cabía en sí misma de la emoción.

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Tras 26 horas agotadoras de viaje, incluidos tres trasbordos, un sobresalto la despertó repentinamente. Acababan aterrizar. Por fin estaba en Japón.

Cada vez que sus pies pisaban ese país se sentía como en casa, como si en otra vida hubiera pertenecido a allí. Su vínculo era realmente fuerte y no podía estar más feliz de regresar. Cada céntimo invertido merecía la pena.

Agotada, bajó de ese avión y se dirigió a por sus pertenencias. Solo deseaba llegar al hotel y poder darse una ducha que esperaba que la ayudara a activarse para poder disfrutar de esa ciudad que tanto le apasionaba, de sus gentes, sus calles, sus edificios, sus tiendas, su gastronomía...

Parada frente a la cinta transportadora, esperaba ver su maleta.
Comenzó a sentir la tensión viendo como el resto de viajeros recogía su equipaje y el suyo no aparecía. En ese momento la cinta se paró siendo su maleta la última en salir.
"Uf ¡ahí está!" pensó aliviada. Fue a recogerla y cuando iba a bajarla al suelo alguien chocó contra ella provocando que su maleta cayera de golpe contra el suelo abriéndose y dejando salir parte de sus pertenencias.

–Pero ¿qué haces? –dijo Tatiana exaltada mientras buscaba con la mirada al culpable de ese desastre. Era un chico alto y esbelto pero musculoso, vestido totalmente de negro incluido su gorro de pescador. Bajo este caía una media melena morena y ondulada que le tapaba el rostro casi en su totalidad.

–Joesong haeyo ("Lo siento") –dijo él acelerado en un idioma que ella no entendía, mientras se agachaba en un acto reflejo a recoger todo lo que había salido de la maleta

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Joesong haeyo ("Lo siento") –dijo él acelerado en un idioma que ella no entendía, mientras se agachaba en un acto reflejo a recoger todo lo que había salido de la maleta.

Tatiana no sabía dónde meterse, todas las personas de alrededor les observaban y cuchicheaban en mil idiomas. Estaban montando un espectáculo en pleno aeropuerto y ella no podía más del jet lag que llevaba encima.

–No, no, ¡no toques mis cosas! –gritó ella. Pero él moreno siguió recogiendo y metiendo como podía cada prenda, hasta que se topó con una pieza de lencería de encaje negro.
Sosteniéndola entre sus manos, ensimismado por aquella delicada prenda, levantó su cabeza y en ese momento ella pudo apreciar su cara por unos segundos.

Tenía unos grandes y rasgados ojos oscuros, casi negros, labios rosados y carnosos y sus mejillas se habían ruborizado sobre la palidez de su rostro. Era guapísimo y joven...

Abstraída por unos segundos que parecieron eternos, cuando se quiso dar cuenta, él ya no estaba

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Abstraída por unos segundos que parecieron eternos, cuando se quiso dar cuenta, él ya no estaba. Se había ido dejando su lencería en el suelo. En un movimiento rápido la recogió y la metió en la maleta cerrándola como pudo para salir de allí.

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11:00 AM.

Ya en el hotel, se descalzó y comenzó a desvestirse para tomar una ducha caliente y relajante. El viaje la había dejado agotada.

Mientras el agua caía sobre su cara y reconfortaba su cuerpo estragado por el ajetreo, tuvo un flash... Esos labios... esos oscuros y penetrantes ojos...
Aquel chico había sido muy descuidado, pero había intentado ayudarla a recoger todo el estropicio, y ella ni se lo había agradecido, y... era tan guapo, tan amable...

"Tatiana el jet lag te está pasando factura a niveles insospechados" pensó negando con la cabeza

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"Tatiana el jet lag te está pasando factura a niveles insospechados" pensó negando con la cabeza.

Decidió salir de la ducha, ponerse un albornoz y descansar un par de horas antes de lanzarse a pasear por aquella ciudad de luces que tanto amaba.

–Ains... –suspiró tumbándose en la cama. El viaje no había empezado de la mejor manera pero el día solo acababa de empezar así que... ¡Que estaba en Tokio! Tenía que aprovechar y disfrutar cada minuto, al fin y al cabo solo iba a pasar una semana allí.

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