🔞 Fantástico

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BITÁCORA DE J HOSEOK

Julio

A mis dieciocho años, había vivido sin amor y sin sexo.

No nos acercábamos el uno al otro, vivíamos en planos distintos de la existencia: aquellos placeres estaban reservados para los que ponen en primer lugar las sensaciones, y yo puse en primer lugar mi educación y la formación que me llevaría a los más altos puestos de mi carrera, llámenme navegante, llámenme entomólogo o explorador.

Es lo que me dijeron mientras me criaban.

Ojalá me hubieran enseñado que la vida es integral, y lo necesita todo.

No tenía que ser un genio para darme cuenta que Yoongi iba a ser quien me proveería de esa primera experiencia.

Lo supe desde que compartimos el primero de los besos húmedos: la forma en que ambos estuvimos de acuerdo en continuar, y la forma en que ambos lo disfrutamos era la señal justa de que no había vuelta atrás.

Yoongi no tenía idea de nada, pero era intuitivo: siempre sabía cómo mover los labios, cuándo soltar un jadeo o un delicioso, estimulante gemido suavecito, grave, cadencioso, tormentoso. Sabía dónde quería poner las manos, cómo me iba a mirar al final, qué iba a decir antes de irse.

Yo, en cambio, conocedor de la teoría, siempre me sentía torpe y me dejaba inundar por las sensaciones. Nunca sabía qué más hacer, como si algo me paralizara no solo el cuerpo, sino los pensamientos.

Pero no sentía vergüenza. Confiaba totalmente en Yoongi.

Los pensamientos de que, aunque Yoongi era tan inexperto como yo, podía hacerse perfectamente cargo de sus sensaciones y reacciones, de que cada respuesta era auténtica y pura, todos esos pensamientos se fueron adueñando poco a poco de mí.

Llegué a un punto en que comencé a fijarme demasiado en él. Es decir, eso ya lo hacía desde antes, pero ahora estaba fuera de control, y era minucioso: les hablé de sus ojos felinos, de su boca que se curveaba en puchero o de su nariz de botón.

Nunca antes había notado lo grandes que eran sus manos, ni las venas que le recorrían por los dorsos: los dedos eran largos, delgados, hábiles, como los de los relojeros [Esas manos hacían brotar las flores]. No había notado cómo la manzana de Adán sobresalía tan claramente cuando echaba la cabeza hacia atrás, o cómo subía y bajaba cuando estaba bebiendo.

Sus pies eran más grandes que los míos… No sé… No sé por qué sentí curiosidad… De mirar… Si también era más grande que yo entre las piernas…

[¡¿Qué demonios?!]

••°•°•°••

No sé cómo imaginaron todos su primera vez.

Seguramente había frases ingeniosas y un flirteo de máximo nivel. A lo mejor habría una cena romántica anterior o una situación cargada de adrenalina que los lanzaría uno en los brazos del otro en una especie de clímax, para cerrar el trato con broche de oro.

Yo evité imaginarlo.

Sabía que tendría que iniciarlo yo, pero, ¿qué tan horrible sería que le enseñara a un hada a tener sexo?

Bitácora de J. HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora