Bitácora de J. Hoseok

Enamorado de un hada

BITÁCORA DE J. HOSEOK

Habíamos salido en busca de nieve, porque les dije si la mezclaban con jugo de frutas podrían tener un postre interesante.
Los ojos de Jimin y Yoongi habían brillado como los de los niños al escuchar dicha posibilidad, así que los tres salimos del baobab y nos dirigimos a la montaña que se alzaba en el medio de la isla.
Era un viaje de un día y una noche, enteritos, así que al medio día yo ya había dado una docena de traspiés y me quejé por el hambre.

-No te preocupes -me había dicho Yoongi, en tono confiable. Yo estaba desparramado sobre una gran roca plana que se me antojaba para mesa, mientras Jimin le rascaba a su lobo tras las orejas. A estas alturas, mi corazón saltaba al escuchar la voz de Yoongi. Seguramente tenía todo que ver con la asociación que mi cerebro hacía: "Yoongi bonito = El lobo de Jimin furioso"-. Dame un minuto para atraparte un conejo y lo preparamos con hierbas.

Lo había dicho de todo corazón (creo), pero, ¡ojalá no lo hubiera dicho!

—Te vas a comer un conejo frente a mí —interrumpió la voz de Jimin, muy grave y cantarina, que gritaba "peligro" a todas luces; había levantado únicamente la vista desde donde estaba agachado, frente al lobo, y me di cuenta de lo intimidante que llegaba a ser—. Sobre mi cadáver, hada inútil.

Yoongi, por el otro lado, no parecía estar asustado, aunque sí un poco sorprendido. Parpadeó un par de veces, como si se reprochara el haber hablado a la ligera, o, al menos, haber hablado al alcance de Jimin.

—Pero Hoseok tiene hambre —dijo Yoongi, como si fuera lo más obvio y sencillo del mundo.

Incluso había comenzado a dar dos pasitos en dirección contraria a la suya, buscando distraídamente, con la mirada, entre las espesas plantas del suelo.

Podía ver la cara de Jimin pintándose de color rojo. Aún así había respirado profundo y se había puesto de pie, intentando controlar su furia con una actitud "despreocupada" que no podía conquistar.

—Los animales no son para comérnoslos —dijo Jimin. El lobo estaba muy quieto a su lado, y yo sentía la urgencia desesperada de subirme a uno de los árboles de coníferas que empezaban a mezclarse con los de hojas anchas en estas distancias.

Yoongi tenía cara de ser un chico prudente. ¡Seguro que nos iba a sacar de este predicamento!
Sin embargo, lo que dijo fue:

—Sí, sí son.

Insolencia. Osadía.

Miedo.

Empecé a caminar con pasos trémulos hacia el árbol más cercano que pude encontrar. El lobo soltó un rugido y sentí que me estremecía súbitamente, hilarantemente.

Jimin tensó los labios y se paró más erguido, comenzando a caminar hacia Yoongi. Yoongi le regresó la mirada y yo quería meterme en una madriguera de conejo.

—¡E-está bien, chicos! ¡Todavía no tengo tanta hambre, ahora que lo pienso! -supliqué, pero para ellos ya no había vuelta atrás.

—¡Los animales son nuestros compañeros en el mundo! —vociferaba Jimin.

—Todos somos parte de un ecosistema, no es mi culpa que nosotros estemos hasta arriba de la cadena alimenticia —decía Yoongi, encogiendo los hombros.