Bitácora de J. Hoseok

Terminado

BITÁCORA DE J HOSEOK

Finales de agosto

Uno no espera que le pasen ciertas cosas en la vida.

A veces, no se puede esperar ni siquiera lo que ocurre en un día.

Mi ejemplo perfecto es el día de hoy, que comenzó tan mal y después se volvió extraño y confuso, pero déjenme ponerlo aquí…

Llevaba varios días alejado de ambos, y la desesperación se fue adueñando de mí. Estaba en una pequeña sociedad conformada por Yoongi y Jimin, y aún así fui tan estúpido que me peleé con toda la sociedad.

… Ahora sí me sentía como un verdadero náufrago.

Lo peor de todo, sin embargo, era el enorme amor que sentía por la mitad de la sociedad de la isla.

Sobrevivir siendo autosuficiente no era nada comparable a tener que verlo de reojo y no poder hablar con él. Jimin tenía razón, yo no había hecho más que pervertirlo y no tenía ningún y derecho, no tenía ni qué cara poner para mirar a ninguno de los dos.

Yo era la plaga. La peste.

Estaba tan decepcionado de mí mismo y tan herido que deseaba irme con desesperación.

A mediodía, pasó lo verdaderamente extraño: había caminado hasta la playa, alejándome del bosque, y había encontrado una figura enorme interrumpiendo el perpetuo lienzo azul del océano y el cielo.

Me acerqué temeroso, de cara al sol.

Tuve que hacer pantalla con una mano, y de pronto la enorme masa oscura tomó forma.

Era un barco.

¡Era un barco!

Mi corazón dio un vuelco, y mis manos se pusieron frías.

Yo nunca había caminado a la playa cuando hablaba con Jimin y Yoongi, pero ahora el tiempo me sobraba y estaba solo.

No podía creer que había un barco… ¿Habrían venido a buscarme…?

Actué en automático, corriendo y dando traspiés sobre una arena blanca que soltaba destellos color aguamarina.

Alcancé la playa después de lo que parecieron horas. Al principio, las personas que se reunían alrededor del barco no me prestaron atención, seguramente pensando que venía con ellos, pero finalmente hablaron conmigo, en otra lengua, hasta que decidieron ir por un intérprete.

Yo sentía que nada de eso estaba ocurriendo. Seguramente continuaba durmiendo en el baobab.

Mi rostro se sentía helado y rígido, y los sonidos de todas las voces eran un zumbido mullido en mis oídos. Creo que tuve un poco de náuseas cuando alguien me habló en mi idioma, y de alguna forma les conté todo sobre el viaje: que iba a volverme un entomólogo, que había salido en compañía del doctor Jinsoo en busca de especies nuevas, y que había naufragado hacía meses. Que no sabía nada del resto de la tripulación.

Me miraron con sorpresa, o algo de lástima.

—Debes estar al punto del quiebre —aseguró el intérprete, mirándome cuidadosamente—. Ni siquiera los peces se acercan mucho a esta isla, debió ser difícil alimentarte.