Mi cosa favorita en el mundo

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BITÁCORA DE J HOSEOK

Finales de junio

Yoongi es un hada… El ser más puro de los que existen.

Porque la pureza no tiene nada que ver con ser todo bondad, sino con hacer las cosas sin segundas intenciones: hacerlas de todo corazón, con todo el alma.

Puro, puro.

Y si estaba feliz, estaba feliz; si estaba triste, estaba triste, y si estaba enojado estaba enojado.

No tenía máscaras tras las cuales deseara ocultarse.

Eso es lo que nos diferencia primordialmente a humanos y hadas.

Yo, por ejemplo, poseía un centenar de máscaras, que se interponían unas sobre otras ahora mismo.

Les voy a explicar por qué:

Yo había visto a Yoongi besando a Jimin.

Yoongi le había enseñado lo que era un beso, sí, nada más.

El problema es que mi corazón humano no puede evitar pensar con segundas intenciones.

Pienso que Yoongi lo ha besado porque a Yoongi le gusta Jimin.

Pienso que Yoongi aprovechó la situación porque siempre ha tenido curiosidad con Jimin.

Pienso que, después de vivir tanto tiempo juntos, es lógico que Yoongi y Jimin estén hechos el uno para el otro y que sólo es cuestión de tiempo, o de un empujón.

Pienso que Yoongi ama a Jimin. Y que yo soy sólo una novedad, una pequeña distracción emocionante, que vino a enseñarle las sensaciones físicas que conlleva un beso.

Incluso, pienso que Yoongi se burla de mí.

Mi cabeza no tiene descanso, y al final pienso que el del problema, tal vez, soy yo, porque pienso demasiado.

Me siento despreciable.

El día después que presencié el beso, por ejemplo, pude notar mis estúpidas máscaras: Yoongi seguía acercándose a mí con la sonrisa más bonita, seguía haciendo que a las plantas les brotaran flores ante mis ojos y seguía buscando mi sonrisa… Y yo deseaba dársela. Pero me sentía herido. Compuse una expresión neutral que no mostraba ninguna clase de emoción.

Por la tarde, cuando el sol se metía y hacía que las hojas de los árboles lucieran de un dorado traslúcido, Yoongi empezó a rezagarse, como todas las noches, hasta que consiguió que Jimin se adelantara con Tata.

El corazón me golpeó en el pecho.

Yoongi estaba esperando mi beso.

Comencé a sentir el rostro caliente, y las facciones rígidas.

—¡Mira! —de pronto interrumpió mis pensamientos.

Lo miré, en el marco de la puerta de mi baobab, sosteniendo un terrón de tierra obscura, con un agradable aroma húmedo. Lo miré lentamente, como no queriendo hacerlo, pero él no se dejó desalentar: hizo que de su porción pequeña de tierra brotara una cascada de flores amarillas como pequeños dedales.

Bitácora de J. HoseokDonde viven las historias. Descúbrelo ahora